La plantilla de Alcoa vuelve a pasar el infierno de días de espera. Primero, la tensión por el resultado de la subasta eléctrica; ahora aguardar a que la empresa decida qué va a hacer. En algún momento la multinacional Alcoa deberá decir a las claras cuáles son las expectativas que tiene para la factoría avilesina y no prolongar la agonía. Una de las opciones más favorables es su venta, pero para ello la empresa debería ir allanando el camino. Lo que sí parece claro es que las razones para las malas expectativas de futuro para las factorías de Avilés y La Coruña no podrá apoyarlas únicamente en el modelo de subasta del gobierno. Es cierto que el clima mundial del mercado del aluminio ha cambiado, pero también que la empresa apenas ha invertido para enfrentarse a los retos que podían venirle encima. Desde luego, una venta sería mejor que un cierre, pero mejor que todo eso sería tratar de hacer que a la fábrica avilesina vuelvan a salirle las cuentas.
