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Espumoso

A propósito del nuevo vino con gas para jóvenes

Está más claro que el agua (con gas): no hay nada que se le resista al mercado. Ahora que empezábamos a sacar de las listas del Inem a los hijos políticos del 15 M para colocarlos en las instituciones (como ha ocurrido en media España y, sin ir más lejos, en el Ayuntamiento de Gijón o en el de Oviedo), va y sale a la calle un producto comercial muy apropiado para que estos "new red" (nuevos progres) puedan celebrar con propiedad su éxito.

Quiero decir que Codorniú, la popular empresa catalana de cava, acaba de poner en la calle un vinillo espumoso enfocado al target (mercado objetivo) de este segmento comercial de poca edad y mucha liviandad.

¿Y de qué va la cosa? Pues se trata de un caldo pensado para gente más bien joven (digamos, la llamada generación "Y" o "Millennials" -milenarios-, nacidos, año arriba, año abajo, entre 1980 y 2000), un personal digitalizado a tope y familiarizado con el inglés, actual idioma global. En resumen, el invento es un vino frizzante (con gas) bautizado Codornew (pronunciar, más o menos, Codorniuv), con un toque cosmopolita, desenfadado, nuevo -new, en inglés- y juvenil, algo parecido, como metáfora o símbolo, a la espumante vicealcaldesa ovetense Ana Taboada, que aunque madurilla, aparecía el otro día fotografiada en estas páginas luciendo un look adolescente que, en ese plan, no me extraña que, como ha llegado a decir, le resulten pasados de moda la Fundación Princesa de Asturias y el montaje de sus premios, en los que, es cierto, a falta de pipiolos (y pipiolas), suelen ganar por goleada las edades maduras del hombre (y la mujer).

Pero en fin, vuelvo al principio: que el mercado no deja cabo suelto, así que esta izquierda burbujeante ya tiene un vinillo con el que celebrar, si se tercia, su empoderamiento, igual que otra gente, en casos así, le da a la sidra, al cava o al champán, y los más pasados de moda (como yo mismo, partidario de la Fundación Princesa de Asturias y de su director emérito vitalicio, Graciano García) incluso nos apuntamos a brindar por la actual monarquía tomando, para ahorrar en fastos, una auténtica ranciada: tintorro peleón con sifón.

Ahora, eso sí: después, bicarbonato.

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