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Billete de vuelta

Francisco García

Drones: centollos que vuelan

Ya habitamos territorios de ciencia ficción. Basta con interesarse por el funcionamiento de los drones, esos vehículos aéreos no tripulados que sirven para la paz y para la guerra. El ingeniero informático Guillermo Álvarez Martínez dijo días atrás en Gijón que llegará un día no muy lejano en que un dron podrá encontrar a una persona perdida, llevar la compra a casa, mover grandes piezas de ingeniería para construir puentes, proporcionar señal de internet a pueblos remotos o vigilar el tráfico. No hay techo para la programación de los drones, para hacer que lleven a cabo tareas de manera autónoma, lo cual acarrea dudas en el ámbito de la ética: la posibilidad de que la inteligencia artificial pudiera determinar por sí misma los objetivos a atacar; su comercialización no controlada en manos desaprensivas, o grabar y fotografiar a personas de manera ilegal. En tanto que llega ese día, un dron parece un centollo que vuela. Y en esto de los drones, como en el marisco, los puede haber carnosos y aguarones.

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