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A vueltas con la Formación Profesional Dual

La importancia de potenciar la figura del aprendiz para reducir el fracaso escolar y el desempleo juvenil

Ayer se clausuraron con gran éxito los Cursos de Verano de La Granda. Una vez mas, y siguiendo el compromiso adquirido en el año 2013, se realizó un seminario sobre la importancia de la Formación Profesional Dual y la figura del aprendiz.

No nos cansaremos de repetir que hoy vivimos en una economía globalizada, donde la tecnología ejerce un papel primordial y la formación profesional adquiere una relevancia que España no ha sabido reconocer.

En mi opinión, uno de los errores mas importantes cometidos por los diferentes Gobiernos en la etapa democrática fue dejar abandonada la formación profesional para centrarse, de manera excesiva, en la formación universitaria. Cada día estoy mas convencido que de haber apostado por la formación dual, habría hoy en España mucho menos fracaso escolar, menos paro juvenil, una industria mas pujante, un tejido empresarial mas diversificado y una clase media más prospera.

Si se comparan los datos de paro juvenil, de fracaso escolar y de personas que ni trabajan ni estudian entre Alemania, Suiza y España las cifras son apabullantes. Y no lo duden, mis queridos lectores, uno de los motivos principales es que en Alemania y Suiza se apostó por la formación dual. Solo voy a dar un dato: En Suiza el 75% de los jóvenes eligen la formación profesional. En Alemania es adoptada por el 60%. En España, aun aumentando en los últimos cinco años como consecuencia de la crisis, la prefieren solo el 33%. Y fíjense en un dato que da la OCDE, en Europa a partir del año 2020 dos de cada tres puestos de trabajo serán técnicos; imaginen la importancia de la formación profesional.

Y la necesidad de estos especialistas no es algo teórico o doctrinal. Empresarios de la talla de los asturianos Daniel Alonso o Hevia Corte lo llevan diciendo desde hace muchos años. La necesidad de oficiales es algo apremiante. De hecho, a principios de este mes saltaba la noticia de que el astillero público Navantia demandaría cientos de soldadores en los próximos años. ¿Y de donde saldrán estos especialistas mejor que desde la figura del aprendiz? Unos aprendices que se pueden formar en el centro de trabajo, beneficiándose de la experiencia acumulada por los trabajadores veteranos, mientras acuden a un centro de formación donde reciben los conocimientos teóricos necesarios.

Aprendices cuyo trabajo tiene que ser remunerado, moderadamente al principio, y que, a medida que vayan creciendo en conocimiento y en horas de trabajo, se le iría aumentando, hasta llegar a ser ese profesional tan necesitado en estos momentos.

Nuestra competitividad ya no puede estar basada en unos costes laborales bajos, sino en la capacidad de aportar un capital humano formado sobre todo en el ámbito técnico. Por eso, una formación profesional de calidad, adaptada a las necesidades de un mercado global y volcada en aspectos tecnológicos, constituye el factor diferencial de competitividad.

Hoy, en España, ninguna persona sensata pone en duda que sobran Universidades, que sobran universitarios y que faltan especialistas. No hay una formación profesional que consiga especialistas de calidad, unos profesionales que sean expertos en las diferentes tareas concretas que la sociedad está demandando.

Centrándonos en nuestro querido Principado de Asturias, hay que decir que algo se comenzó a hacer el año pasado. Pero, además de ser insuficiente, la intervención de los sindicatos y del Gobierno asturiano está de más. El Gobierno debiera de cofinanciar los programas de formación en forma de bonificaciones de los costes laborales asociados, en lugar de subvenciones, y dejar a los empresarios que vayan desarrollando su labor en la medida de sus necesidades.

Es verdad que ni Asturias ni España tienen los grandes conglomerados industriales alemanes. Nuestro tejido industrial está formado, en su mayoría, por pequeñas y medianas empresas. Pero no es menos cierto que, muchas de ellas, compiten a nivel mundial. Empresas asturianas como los astilleros Gondán y Armón, Citrón, Grupo Daniel Alonso, Asturfeito, Samoa o Mecalux son punteras en su negocio.

La inversión en I+D+I es muy importante, pero si queremos ser un país pujante, donde exportemos por nuestra competitividad y por nuestro valor añadido, hay que apostar fuerte por la formación profesional. Hoy, la generación de nuestros hijos está pagando los errores cometidos en los últimos 35 años, mediante el paro y la frustración. No permitamos que la de nuestros nietos siga por la misma senda. La responsabilidad es de todos. La obligación de quienes nos gobiernan.

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