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Violetas de noviembre y el "Cantar de los cantares"

Hace 40 años, y cuando contaba tan sólo 27 de edad, fallecía la cantante Cecilia, a causa de un accidente de tráfico en Colinas de Trasmonte (Zamora). Fue el 2 de agosto de 1976. Su nombre de bautismo era Evangelina, pero la familia y los amigos lo redujeron al hipocorístico Eva, que era, además, el que ella deseaba lucir como nombre artístico; sin embargo, cuando fue a registrarlo, se encontró con que ya se lo había apropiado otra cantante. Adoptó entonces el de Cecilia, inspirándose en la homónima canción de Simon & Garfunkel.

Evangelina Sobredo Galanes (Cecilia) alcanzó gran éxito en poco tiempo. "Dama, dama", "Mi querida España", "Amor de medianoche", "Desde que tú te has ido", "Nada de nada" son canciones inolvidables. Aunque tal vez ninguna como "Un ramito de violetas", que ella misma compuso, y en la que Juan Carlos Calderón hizo algunos arreglos. La ilustración de la portada del disco fue también hechura de Eva. Pero es que, añadido a lo anterior, el estribillo perdurará por los siglos como uno de los enigmas irresolubles de la historia de la música: cuando Cecilia incurrió en flagrante laísmo ¿lo hizo premeditada o inadvertidamente?

La canción dice así: "¿Quién la escribía versos?, dime quién era / ¿Quién la mandaba flores por primavera? / ¿Quién, cada nueve de noviembre, como siempre sin tarjeta, la mandaba un ramito de violetas?". No es el único caso. En "Mi gata Luna" cantaba: "La he cubierto de arena fina y un crisantemo en flor / La he rezado un padrenuestro y he llorado mi último adiós". Por otra parte, en la entrevista que concedió unos días antes de morir a la Cadena SER, Cecilia respondía de este modo a la pregunta que le hizo Juan Vives acerca de cuál era la preferida de entre sus canciones: "No sé. A 'Dama, dama' la tengo mucho cariño por lo que me ha dado". Fue precisamente en ese coloquio en donde confesó: "Para relajarme me gusta mucho escuchar canciones de Lilián de Celis".

Evangelina, que estaba encantada, por cierto, de llevar ese nombre, había vivido desde que tenía tres años fuera de España, pues su padre había sido enviado en misión diplomática a Estados Unidos, Portugal y Jordania. Cuando regresó definitivamente a nuestro país se defendía mejor en inglés que en español. Según el jurista Santiago Martínez Lage, casado con una hermana de Evangelina, el laísmo de ésta hay que atribuirlo al casticismo madrileño que la rodeó y a la influencia de la tata, María del Campo, natural de Peñaflor de Hornija (Valladolid), a la que adoraban en el hogar de los Sobredo Galanes. Y el hecho de que no haya sido corregido en "Un ramito de violetas" se debe, según el cuñado de la cantante, a que el arreglista, el santanderino Juan Carlos Calderón, provenía de un entorno laísta.

Por otra parte, en un librito que escribió José Madrid acerca de la cantante, con el título "Equilibrista. La vida de Cecilia", dice esto: "Si hubo una persona en su etapa norteamericana que la ayudó a apasionarse por la música, ésa fue una de sus profesoras, una monja". Y es que, en Filadelfia, los hijos del matrimonio Sobredo Galanes estudiaron en una escuela regentada por religiosas, Our Mother of Consolation. Allí se cantaba habitualmente el himno "We shall overcome" ("Venceremos"), que habría de dejar honda huella en Evangelina. Al igual que la lectura del libro de Mary McCarthy "Memorias de una joven católica". Era, además, ávida frecuentadora de las obras de Virginia Woolf, James Joyce y Ramón María del Valle-Inclán, y se pasaba horas y horas deleitándose con los escritos de San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús.

Lectora amante de estos dos santos es también Clara Janés, como se desprende del texto del discurso que pronunció, en junio del presente año, con motivo de su recepción pública en la Real Academia Española. "Una estrella de puntas infinitas. En torno a Salomón y el Cantar de los Cantares", rezaba el título. "Mi vinculación a la escritura empezó precisamente debido al 'Cántico espiritual'", confiesa la poetisa. Al "Cántico" de San Juan de la Cruz, se entiende. Más tarde, de mano del profesor José Manuel Blecua, descubriría la relación existente entre el poema de San Juan y el "Cantar de los cantares", atribuido a Salomón. Y como en España no cabe leer esta pequeña obra de la Biblia sin toparse también con el comentario a ella de fray Luis de León, la paráfrasis de Benito Arias Montano y las meditaciones de Santa Teresa de Jesús, la escritora barcelonesa se sumergió plenamente en ese océano de versos, aliteraciones, metáforas, colores, olores, ausencias y presencias, enigmas y requiebros que es el "Cantar de los cantares", guiada por las traducciones, relecturas, recreaciones y actualizaciones efectuadas por los antedichos escritores.

Para Clara Janés, el descubrimiento del Oriente Medio, al que la condujo un impulso traductor, fue un auténtico hallazgo, sobre todo de los géneros literarios provenientes de aquella extensión importante de la esfera plena de la cultura, de los cuales se han servido tanto el gnosticismo y el hermetismo como el islam y el cristianismo para verter al exterior un universo de creencias, principios morales, ritos y costumbres. En el discurso de ingreso en la Docta Casa, la nueva académica desplegó en torno a la figura de Salomón y el "Cantar de los cantares" sus saberes en torno al personaje y la obra, bajo la centelleante luz de una estrella de puntas infinitas.

La estancia en Oriente fue también para Evangelina (Cecilia), al igual que le aconteció a Clara Janés, determinante: "Jordania fue decisiva en mi formación". No existe en el panorama musical español nadie, salvo ella, que pueda jactarse de haber dado un recital, siendo aún adolescente, en el anfiteatro de Jerash, la antigua Gerasa, en cuya ágora el canónigo magistral de la catedral de Oviedo, Emilio Olávarri, dirigió una excavación arqueológica memorable. En aquellos parajes de la serranía de Galaad cantó Cecilia, en aquellos mismos que evocó el Amado del "Cantar de los cantares" en su exuberante sartal de piropos a la Amada: "¡Palomas son tus ojos a través de tu velo! Tu melena, rebaño de cabras que desciende del monte Galaad". Y tal vez en estos días anteriores a la clausura del Año de la Misericordia pudiera resultar placentera la lectura del "Cantar" de Salomón, el más sublime, el más excelente de entre todos los cantares.

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