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Sol y sombra

Menos guasa y más humor

Los españoles -vascos y catalanes incluidos- nos hemos convertido en un pueblo quisquilloso y enojado que se solivianta a la primera de cambio por la más insignificante y estúpida de las cosas. De un grano de arena se hace una montaña y el eco de la desproporción del enfado mayúsculo de los unos con los otros se expande como una especie de reguero de pólvora en los comentarios más tontainas y los frecuentes linchamientos en las pringosas redes sociales.

Ha sucedido estos días, de nuevo, con un programa de EITB, la televisión vasca, donde unos cuantos euskaldunes se dedicaron a categorizar sobre estereotipos nacionales: que si los españoles son unos fachas, unos paletos, o unos chonis, que si el himno nacional, etcétera... Como suele ocurrir, las opiniones, magnificadas, han sentado mal al pueblo patrio herido en su orgullo, y la respuesta españolaza no ha tardado en llegar acompañada de un boicot a una película por el comentario de una actriz de reparto.

El país de la mofa, la befa y el escarnio carece de sentido de humor. Evidentemente el humor no tiene que ver siempre con la guasa. Para disfrutar del primero se requiere tolerancia. El programa de la televisión vasca de los estereotipos no es esencialmente humorístico, pero uno no puede reparar en los tópicos sin considerar lo que son en realidad y guardar acerca de ellos cierto sentido de la reciprocidad. Nos hemos pasado la vida contando chistes de vascos y ahora no soportamos que se rían de nosotros o que nos hagan de menos. ¿Recuerdan la definición del vasco? Es un animal con boina que una vez confesado, comulgado y bien comido ataca al hombre. La he escuchado mil veces entre risotadas. Pues nada, la ley del embudo.

Los españoles somos tan parecidos que no nos soportamos. Tan intolerantes que no nos toleramos. En fin.

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