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Hacer el pijo

Hay quien se toma "Crematorio" -primero la novela de Chirbes, luego la teleserie de los hermanos Sánchez-Cabezudo- como el funeral canónico de aquella España del milagro económico que acabó con su gran demiurgo, Rodrigo Rato, acogotado pero aún enseñándonos el culo bajo su bañador amarillo. La lectura-visionado de "Crematorio", aunque deslumbrante, deja úlcera; nos robaba toda esperanza. Teníamos que encontrar otra forma más soportable de digerir el cuarteamiento de la gomina gurteliana y la posterior alopecia económica. Como el humor es el omeprazol de la vida y nos protege las tragaderas para seguir tirando, necesitábamos una comedia para contar en el bar cómo se nos jodió el Perú. "Selfie", producida y protagonizada por asturianos, una película que acaba de ser premiada en el Festival de Málaga, puede ser esa comedia que necesitamos.

En "Selfie" se hace mucho el pijo porque es la historia de Bosco, un pijo de colección que un día amanece transformado en miserable escarabajo desahuciado, después de ver cómo su papá ministro recibe la cariñosa visita de la UDEF y ha de mudarse precipitadamente a Soto del Real. El actor ovetense Santiago Alverú es Bosco en estado de gracia. Crea un personaje inolvidable y transita con tanta destreza por la línea de la credibilidad más absoluta que dan ganas de conocerlo para saber si realmente es así o todo es actuación. Porque no se puede ser más pijo, porque no se puede haber alcanzado tanta desconexión con la realidad. Alverú-Bosco es un personaje tan redondo que llega a recordarnos a las apariciones en los informativos de Ricardo Costa, aquel de la "Gürtel" valenciana. Y entonces surge el escalofrío: sí, el mundo "boscoso" existe en la realidad.

El protagonista de "Selfie" va rodando toda la película desde los cielos liberales donde hace hoyos Esperanza Aguirre al "infierno" podemita de Vistalegre. Pero tampoco aquí encontramos redención: entre viajar en "Mini" y tirar de sandalia con calcetines tendría que haber un término medio. Pero no. Vaya. Bueno, al menos nos reímos. Es lo que tiene hacer el pijo.

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