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Decana del Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias

Actuemos contra el cambio climático

En el Día Mundial de la Arquitectura

Hoy es el Día Mundial de la Arquitectura, que desde 1997, y a instancias de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA), se celebra cada primer lunes de octubre coincidiendo con el Día Mundial del Hábitat, instaurado por la ONU para reflexionar sobre el estado de nuestras ciudades. Este año, bajo el lema "¡Actuemos contra el cambio climático!", se busca concienciar sobre uno de los principales retos a los que se enfrenta la humanidad. Reto en el que los arquitectos, como profesionales de la construcción de la ciudad a través de la arquitectura tenemos mucho que aportar. Como expone el manifiesto de la UIA, "la vertiginosa urbanización y el incremento del sector de la construcción han elevado notablemente nuestro consumo de energía de combustibles fósiles y la emisión de gases de efecto invernadero".

La variación es algo consustancial al planeta Tierra, sistema dinámico que a lo largo de su historia ha experimentado cambios mucho mayores que el que ahora enfrentamos. Sin embargo, nunca hasta este momento las modificaciones habían sido tan veloces, incluso vertiginosas, lo que dificulta sobremanera la adaptación de los ecosistemas. Nunca antes el comportamiento de una única especie -la humana- había sido el motor principal del cambio. El incremento de la concentración de los gases de efecto invernadero en la atmósfera y el consiguiente calentamiento global son cuestiones muy reales, que desde mediados del siglo XX no se explican sin los efectos producidos por la actividad humana. Es imprescindible (literalmente: nos va la vida en ello) que modifiquemos nuestros actos y nos ocupemos de construir ecosistemas resilientes, capaces de absorber perturbaciones sin perder su esencia.

Nuestra implicación como arquitectos es necesaria. Los edificios causan una parte importante de las emisiones, tanto durante su construcción -producción y transporte de materiales- como durante su uso -instalaciones de calefacción y refrigeración-. Tenemos el conocimiento y los recursos para construir mejor, de manera más eficiente y respetuosa con el medio. La Directiva 2010/31/UE del Parlamento Europeo y del Consejo establece que a partir del 31 de diciembre de 2020, los nuevos edificios deberán ser de consumo de energía casi nulo. No podemos conformarnos con esto, debemos implicar a toda la sociedad los agentes económicos y a las administraciones en mejorar el parque inmobiliario existente, que presenta un comportamiento energético muy deficiente.

Tenemos como profesionales, conjuntamente con nuestros responsables públicos y los agentes económicos, una gran responsabilidad como urbanistas, ya que el modelo de ciudad difuso que se ha impuesto en las últimas décadas contribuye en gran medida al incremento de las emisiones. La dispersión de edificaciones y usos en el territorio favorece la utilización del vehículo privado, mientras que la ciudad compacta propia de nuestra cultura posibilita modelos más sostenibles de movilidad, como el transporte público, la bicicleta y, sobre todo, el peatón. No podemos permitirnos seguir creciendo sin control, consumiendo un recurso no renovable como el suelo cuya transformación modifica directamente los ecosistemas. Debemos preservar nuestras costas, no ya porque su belleza es un intangible que nos pertenece a todos, sino porque están más expuestas a los efectos del cambio climático, como tormentas e inundaciones. Necesitamos conservar al máximo la cubierta vegetal: dificulta la erosión y fija CO2, lo que reduce el efecto invernadero. Es una necesidad volver la mirada al interior de las ciudades: renovar, rehabilitar y regenerar lo construido, velando por obtener con ello ciudades más amables e inclusivas para todos.

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