Puigdemont ha confesado en una entrevista con "Le Soir que es posible otra solución para Cataluña que no sea la independencia, y que él siempre ha estado abierto a buscarla dentro de España. Ni siquiera el contexto -la comparecencia ante el juez belga que decide sobre su extradición es esta misma semana- evita un nuevo episodio demente en esta historia de extraterrestres que está siendo el "procés".
Los catalanes hiperventilados del independentismo, ya no digo los cuerdos, tendrían que empezar a pedirle explicaciones al tipo que ha llevado al país al paroxismo secesionista siendo conciente, además, de que existen fórmulas alternativas para solucionar este asunto y que, además, dice estar dispuesto a rendirse ante ellas. Del indepentismo o muerte, ¡venceremos!, Charly Puigdemont ha pasado a abrazar la idea de que es posible una tercera vía. Para ello sólo ha tenido que fugarse a Bruselas dejando la declaración de la república en suspenso y a los independentistas con un palmo de narices, igual que al pintor que le dicen agárrate la brocha que te quito la escalera. Aún así, los independentistas, al igual que sucede con Forcadell, no moveran un dedo para bajar a sus santos de la peana.
El ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, se ha preguntado si al expresident de la Generalitat le están afectando las bajas temperaturas de la capital belga y, ante el giro que supone aceptar otras soluciones dentro de España, le anima, erre que erre, como ya hizo en su día el portavoz del Gobierno, a medir su fuerza en las elecciones del 21-D. Lo que habría que hacer, dado que se trata de un prófugo, es animarlo a presentarse ante la juez, o, en último caso, en un frenopático.
