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Fernando Granda

Los nuevos y decepcionantes plazos del AVE

Es tal el ansia por ver funcionar la Alta Velocidad que ya nos creemos cualquier promesa, la haga quien la haga. Aunque cada vez que un/a titular del Ministerio, que ha cambiado tanto de nombre como ministros ha tenido (Obras Públicas, Transportes, Comunicaciones, Urbanismo, Industria, Energía, Fomento?), se refería a nuestra comunicación ferroviaria con el resto de España daba y da datos nuevos y contradictorios con la ocasión anterior. Se cansa uno de leer y escuchar cómo se promete un modelo, se promete una fecha, se promete un trayecto y poco tiempo después se desdice, se incumple, se cambia. Y de la ilusión se pasa a la descreencia, se vuelve uno escéptico y ya no se fía del/la ministro/a del Gobierno que sea. Es más, reniega de la visita de cualquier titular del departamento encargado de construir una vía de comunicación que sirva para derrotar al aislamiento histórico del Principado de Asturias.

Quienes por razones laborales, familiares o circunstanciales residimos allende la Cordillera Cantábrica vemos frustradas nuestras ilusiones cada vez que un/a ministro/a del ramo se acerca por Oviedo, Gijón, Pajares, Vegadeo o Ribadedeva para visitar unas obras, inaugurar un tramo de autovía o anunciar una innovación. Al principio recibíamos el hecho con ilusión, llenos de esperanza, nos fijábamos en los datos aportados por su autoridad. Pronto recibíamos el jarro de agua de unas fechas más lejanas, de nuevas dificultades, de cambios en la construcción, en las reparaciones del deficiente planeamiento, de retrasos de todo tipo.

Y cada vez que se mencionaba (y se menciona hoy día tras tres lustros de obras) el ancho y sistema de vías, tipo de railes y las variedades técnicas del trazado nos invadía y nos invade el desánimo, la desilusión. El colmo llegaba cuando se informó de que el trazado entre León y La Robla estaba prácticamente terminado mientras en Asturias se exigía por parte del partido de quien fuera ministro (asturiano) de Fomento un modelo de vías que retrasaría años la terminación del trazado, impediría el paso de algunos trenes, desterraría el transporte de mercancías y hasta peligraban los presupuestos para finalizar las obras. La incredulidad de lo que ocurría año tras año, ministro/a tras ministro/a llevaba a popularizar la frase de "no sé si lo verán nuestros nietos".

Mientras tanto han ido apareciendo informaciones sobre la Alta Velocidad que se construye en otras comunidades, se dan fechas más próximas de funcionamiento en trazados posteriores a la Variante; se instruyen procesos por presunta corrupción en trayectos y obras ferroviarias; se elaboran ciertos dosieres que desaconsejan el desarrollo del AVE; se intenta desacreditar este transporte por su carestía; se señala que su implantación llevará los negocios a Madrid en vez de traerlos a la periferia.

En fin, lo último que tenemos es que, según el ministro actual, el AVE que ahora hace el trayecto Madrid-León (288 kilómetros de recorrido ferroviario) en una hora y 56 minutos, tardará una hora y 46 minutos más en llegar hasta Gijón, 104 kilómetros, poco más que la tercera parte del tramo anterior. Quizá parezca excesivo nuestro escepticismo ante estos datos (dificultades orográficas, presupuestos de crisis, etc.) pero el AVE a Sevilla y Málaga atraviesa parte de Sierra Morena, tiene más kilómetros de recorrido y tarda una hora menos. De todas formas, alienta el optimismo de "técnicos" y de la Plataforma Tecnológica Túneles de Pajares que califica de "fenomenales" y correctos los tiempos anunciados por Íñigo de la Serna, aunque la "última" fecha fijada para la interminable obra y "completo" funcionamiento esté fijada aún para dentro de dos años y medio.

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