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Calibrando las fuerzas

Una vez bajados del podio como primero y segundo de la etapa y de la general, los dos ecuatorianos se dieron un gran abrazo de felicitación. Los dos viven a 3.000 metros de altitud y al lado de la frontera con Colombia, de ahí que en muchas ocasiones se entrenen juntos. Se conocen bien. Hace dos semanas realizaron juntos unos entrenamientos y a esa altura se nota mucho más cuándo uno tiene más "caballos" que otro. Y ahí se probaron. Caicedo me reconocía ayer que Carapaz estaba por encima y se demostró en las duras rampas del Acebo, donde su equipo no hizo ni la intención de salir a su contraataque.

Hasta quedar segundo ayer le parecía como un triunfo, dada la superioridad de Carapaz, y estaba contento porque logró tomarse la revancha de perder la etapa de Pola de Lena por un error de juvenil al levantar los brazos antes de la meta.

Lo que es evidente es que los dos ecuatorianos tienen "motores" de gran cilindrada, como lo prueba que Carapaz ya logró grandes cosas cuando estaba en el equipo navarro Lizarte, y en este segundo año de profesional viene de ser nada menos que tercero en la Semana Coppi-Bartali y acabar undécimo en la disputada París-Niza, siendo segundo el año pasado en la Route du Sud, en Francia.

Algo similar pasa con Caicedo, que fue campeón panamericano en 2016 y el año pasado, aparte de otros triunfos, ganó la etapa reina del Clásico RCN y acabó cuarto en la general, la misma clasificación que en la Vuelta a Colombia. Así que para la Vuelta a Asturias es un lujo ver cómo brillan estos dos ecuatorianos ya que darán mucho que hablar.

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