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Sol y sombra

¿Otra España?

Hay mil formas de ser español, pero el guerracivilismo nos ha contado trágicamente dos, como escribe Sergio del Molino en las conclusiones de su último ensayo "Lugares fuera de sitio". En medio, se ha vislumbrado una tercera vía incomprendida y golpeada por los sectarismos de la derecha y de la izquierda. Albert Rivera, otro líder sacudido por los vientos de la inestabilidad, pretende encarnarla ahora en una nueva tentativa. Su bandera es el patriotismo constitucional, la noción ideológica acuñada por el politólogo alemán Dolf Sternberger a finales de los setenta y divulgada con éxito en los ochenta por el sociólogo Jürgen Habermas.

Esa "España Ciudadana" que proclama Rivera frente al nacionalismo y el populismo podría convertirse en el antídoto de los mitos y las leyendas que han inspirado durante décadas la insensata polarización del país. Digo podría porque seguramente detrás de esa pantalla constitucional no se encuentre madurando un proyecto español de futuro sino otra estrategia cortoplacista para concurrir a las elecciones. En cualquier caso es una idea más aceptable desde el punto de vista intelectual que la estratagema del sanchismo, consistente en mantenerse a toda costa en el poder alterando cuantas veces sea necesario el discurso y poniendo en riesgo la credibilidad del Estado a fuerza de buscar alianzas imposibles con sus enemigos.

Entre amenazas radicales, Ciudadanos parece querer representar a esa tercera forma de ser de España, que en realidad apenas ha podido asomar la cabeza. Pretende distanciarse de la derecha aturdida por el sueño retrógrado y lastrada por los casos de corrupción y, a la vez, de la izquierda que ha renunciado a la socialdemocracia, en la que no se ve legitimada, para tenderle la mano a los nuevos descamisados y, lo que es más preocupante, a los independentistas. La paradoja es que la polarización que busca romper le va a acabar obligando a aliarse o tomar partido con una de las dos. Y de ahí no salimos.

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