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Eduardo Lagar

Silicon Valley se parte en dos

Los encontronazos entre Apple y Facebook reflejan las dos formas de enfocar el negocio digital: o les das tu dinero o les das tus datos

Los datos son el petróleo del siglo XXI. Eso ya nadie lo duda. Ahora hay que buscar la manera de controlar y canalizar correctamente esos chorros de privacidad monetizable que brotan de las profundidades de cada uno de nosotros cuando entramos en las redes sociales y estas gigantescas plataformas empiezan monitorizarnos para definir nuestro perfil de consumidor y bombardearnos luego con anuncios de precisión. El petróleo, de tanto manar, ya nos llega al cuello y está ahogando nuestro derecho a la privacidad. Los datos han convertido nuestras vidas en mercancía.

Regulación. Esta es la palabra que Europa ha empezado a pasar a limpio con la nueva normativa de protección de datos y con otra de propiedad intelectual en redacción final que, por cierto, tanto está irritando a Google pues le obligará a responsabilizarse, con los consiguientes costes que ello conllevará, de la correcta autoría de los vídeos que se cuelgan en Youtube, nada menos que 400 horas nuevas por minuto. Regulación. La palabra que en Estados Unidos suena como si se hablase del demonio, pero que ha encontrado un inesperado paladín: Tim Cook, consejero delegado de Apple. Recientemente dijo en la publicación digital Axios algo que parece impensable en boca de un magnate estadounidense: "Tenemos que admitir que el libre mercado no está funcionando. Y no ha funcionado aquí. Y creo que es inevitable que haya algún nivel de regulación". Cook lleva meses arreándole al modelo de negocio de Google o Facebook, sustentado en una aparente gratuidad que esconde la donación forzosa de nuestra privacidad. Cook ha declarado cosas como ésta: "Todos los días, miles de millones de dólares cambian de manos y se toman innumerables decisiones sobre la base de nuestros gustos y aversiones. Estos fragmentos de datos, cada uno inofensivo por sí solo, se ensamblan cuidadosamente, sintetizándolos, comercializándolos y vendiéndolos. Llevado a su extremo, este proceso crea un perfil digital duradero que permite a las empresas conocerte mejor que tú mismo. Tu perfil se ejecuta a través de algoritmos que pueden ofrecer contenido cada vez más extremo, convirtiendo nuestras preferencias inofensivas en convicciones firmes".

Ya ven qué bien argumentado y expuesto. En resumen: regulación es lo que pide Cook frente a la legión de "vampiros" encabezada por Zuckerberg. Pero, cuidado, el consejero delegado de la firma de Cupertino no lo hace por pura filantropía y salvarnos de un retorno al pensamiento tribal ahora que estamos viviendo el futuro digital. Cook está defendiendo su negocio. Hay dos modelos en juego. El de pago por los servicios y contenidos, que defienden Apple, Netflix o HBO, por ejemplo. Y el engañosamente gratuito de Facebook, Twitter, Instagram o Google. En resumen: o les das tu dinero o les da tus datos. Lo de siempre: nada es gratis.

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