El año que en escasas fechas se inicia viene cargado en Gijón de interesantes expectativas, las más destacadas de ellas de carácter territorial. El 2019, que ya se sitúa a la vuelta de la esquina, será el año del desarrollo inicial del nuevo Plan General de Ordenación (PGO), la normativa que regirá el modelo urbanístico de una ciudad que por culpa de malas prácticas administrativas se vio abocada durante los últimos años a regularse por una norma de finales del siglo pasado, tras anular los tribunales de justicia los dos anteriores planeamientos aprobados por el Ayuntamiento a la trágala. Basado en un consenso político sin precedentes, el PGO municipal tiene el cometido de repensar la ciudad del futuro, en base a un modelo que ha optado por encerrar en un cajón los grandes desarrollos que preveía el urbanismo anterior. Ya no se trata de construir miles de viviendas de manera desordenada, sino de idear un Gijón más habitable y sostenibles que preserve también la identidad y el paisaje de las parroquias rurales, evitando la tentación de introducir modelos de ciudad densa en la de baja densidad.

Será el año también de comprobar si los compromisos del actual Gobierno socialista con el plan de vías se van cumpliendo, tras unos meses de incertidumbre en los que parecía que los acuerdos alcanzados por la Administración regional y local con el Ejecutivo estatal anterior podían quedar en agua de borrajas. En un escenario de estrechez presupuestaria para las arcas estatales, Gijón no las tiene todas consigo, por lo que la sociedad civil, que activó una plataforma reivindicativa para demandar la urgencia de la gran actuación ferroviaria, ha de permanecer vigilante e instar a la Corporación municipal que surja de las urnas del mayo próximo a que, sea cual sea su color político, exija a la Administración estatal que cumpla lo prometido por el ministro Ábalos en su primera visita a la ciudad.

Por último, 2019 habrá de marcar los primeros pasos efectivos en la concreción del área metropolitana central de Asturias, en la que Gijón está llamado a desempeñar un papel fundamental, como urbe más poblada de la región. La propuesta regional, que afecta a seis grandes municipios del área de central, en los que habitan unas 800.000 personas, resulta a estas alturas incuestionable: servicios públicos con elevados costes fijos, como la sanidad, la educación universitaria, la recogida de basuras, el transporte o la cultura, serían más eficientes operando en una escala metropolitana.

Gijón ha de poner su potencialidad creativa al servicio de una iniciativa urgente que no acepta más demoras y trabajar, codo con codo con los otros municipios implicados, en la aceptación de los tres principios esenciales del área metropolitana de Asturias: incluir, sumar y cooperar. En este caso, lo que es bueno para Gijón lo es también para el resto de la región.