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La memoria de un época que marcó a Gijón

La muerte, el pasado jueves, inesperada y repentina de Vicente Alberto Álvarez Areces da pie a reflexionar sobre la obra de una figura política relevante de la reciente democracia en Asturias, pero sobre todo en Gijón, la ciudad que cambió a lo largo de tres mandatos municipales, los que van del año 1987 hasta 1999, tras los cuales decidió dar el salto al púlpito autonómico. En toda la región, pero sobre todo en su ciudad, este gijonés del barrio de La Arena no era Vicente, sino Tini, un político de cercanía y de carácter arrollador que propició la mayor transformación del pasado siglo en Gijón.

Areces llegó a la Alcaldía en una época difícil para una ciudad en profunda reconversión industrial y abandonó el cargo local con una enorme lista de obras y actuaciones que son santo y seña de esta ciudad. La "Semana negra", la remodelación del teatro Jovellanos, el "Elogio del horizonte", la playa de Poniente, la remodelación del paseo del Muro, la recuperación de la fachada marítima son algunos de los ejemplos más destacados, como la puesta de Gijón en el mapa de los grandes circuitos musicales con la llegada a esta ciudad de figuras de la música internacional, como Pavarotti, "The Rolling Stones" o "Dire Straits".

Fueron sin duda más las luces que las sombras, pero hubo también excesos en los que la ambición creadora de Areces superó el sentido del realismo, es el caso de la Laboral con sus dispendios, o la megaampliación de El Musel, por no hablar del proceso de venta del Real Sporting.

Que representantes de otros partidos del espectro regional, incluso sus más encarnecidos rivales, glosaran estos días sin fisuras las virtudes de este infatigable campeón de la política es rasgo, primero, de una generación que entendía la contienda sin la acritud tan en boga hoy; y en segundo lugar, es muestra del tamaño de tan controvertido dirigente, hiperactivo y poco convencional, cuya ambición y pasión arrolladora le llevaron a desarrollar un trabajo incansable por su ciudad.

La memoria del cambio experimentado por Gijón bajo el mandato de Areces debe servir de acicate para ponernos las pilas. A los representantes de la ciudadanía que saldrán elegidos en la convocatoria electoral del próximo mayo cabe pedirles un esfuerzo a la altura de la transformación que experimentó esta ciudad en una década en la que su imagen rejuveneció y se hizo más visible. Gijón, que atraviesa una etapa de atonía, requiere para el nuevo mandato municipal liderazgos rotundos con ideas claras y modelos de ciudad que la revitalicen, sin excesos pero con energía.

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