Cuando se cumple una semana de campaña electoral de cara a los comicios locales del 26 de mayo, poco se ha escuchado aún a los distintos candidatos que concurren a las urnas en Gijón respecto a la puesta en práctica de medidas efectivas y concretas que ayuden a paliar uno de los problemas más graves que aquejan a esta ciudad: la cronificación de la pobreza. Distintas entidades sociales que trabajan de manera altruista en favor de los más desfavorecidos coinciden en señalar que pese a que los indicadores económicos han mejorado y los datos de creación de empleo se sitúan por encima de la media regional, crece el número de familias que pasan serios apuros para llegar a final de mes o que no disponen ya de ningún ingreso y se ven obligados a vivir de la beneficencia.

El año pasado recibieron ayuda de Cáritas más de 4.000 personas en Gijón, repartidas entre 1.644 familias. El número de beneficiarios de esta entidad vinculada a la Iglesia en esta ciudad supone ya más de un tercio del total de Asturias. La pobreza es cada vez más joven y afecta más a las mujeres, en la mayoría de los casos solas, sin ingresos y con niños a su cargo.

El albergue Covadonga ha detectado el repunte de la presencia femenina en sus instalaciones: 181 el pasado año, la cifra más alta desde la puesta en marcha de una institución social modélica de Gijón, que detecta además el incremento de usuarios en la treintena de edad, con estudios secundarios y superiores. También la Cocina Económica ha detectado en el último año el aumento de los usuarios con una media de edad sensiblemente más baja de lo que era habitual: personas mayores con una pensión muy baja o inexistente.

Pese a esta alarmante situación, que lejos de remitir se mantiene en el tiempo y conduce al riesgo de exclusión a muchas familias gijonesas, durante el actual mandato municipal ha sido frecuente que la Fundación Municipal de Servicios Sociales no agotara su presupuesto, pese a las necesidades evidentes de tantas personas afectadas por los embates de la crisis económica. Y cuando se han tomado medidas como la polémica renta social pactada por Foro con Podemos, se ha hecho de una forma tan descontrolada que el Ayuntamiento recibió un tirón de orejas del Ministerio de Hacienda por incumplir la norma de gasto.

La próxima Corporación debería plantearse un cambio radical de las políticas sociales del Ayuntamiento y huir de un asistencialismo que resuelve problemas inmediatos, pero que no ataja la raíz del problema. Queda una semana de campaña y los grupos políticos con aspiración a ocupar los asientos del salón de plenos deberían mostrar también sus cartas en el ámbito de lo social: Gijón no puede acostumbrarse a convivir con la precariedad de muchos de sus vecinos.