La prórroga de un presupuesto nunca es, por definición, la mejor salida para dar respuesta a las necesidades de la ciudadanía. Afrontar un ejercicio con las previsiones de gastos e ingresos de otro anterior conlleva necesariamente desequilibrios derivados de la evolución de las necesidades y obliga a acometer constantes modificaciones para adaptarse a una realidad cambiante, más aún en épocas de recesión. Este mecanismo, ideado para que las administraciones dispongan de cuentas cuando no se alcanzan mayorías políticas, es el que ha elegido el gobierno local de Gijón para encarar el tremendamente complicado año 2021. Pero no por haber fracasado el diálogo con otras fuerzas políticas, sino ante la imposibilidad, según explicó el jueves la concejala de Hacienda, Marina Pineda, de cuadrar los números debido al brutal impacto que ha tenido la crisis del coronavirus. Es decir, la coalición del PSOE e Izquierda Unida que lidera la alcaldesa, Ana González, ha renunciado a elaborar un proyecto para su debate y su votación. Una decisión política arriesgada, aunque “inevitable”, según el equipo técnico municipal del área económico-financiera.

Los datos hablan por sí solos, siempre de acuerdo a la versión que ha ofrecido el equipo de gobierno. Los ingresos en las arcas del Consistorio caerán durante el próximo año en 7,9 millones de euros debido, especialmente, a una reducción de la recaudación del IBI y las plusvalías. Por contra, los gastos escalarán en 8,3 millones por culpa de la mayor carga que soportarán muchos de los servicios ante el brusco cambio de la situación económica. Todo eso sin contar los órganos autónomos que dependen del Ayuntamiento. Un “desfase” de unos 16 millones que haría inviable la presentación de unas nuevas cuentas.

Esta renuncia a elaborar unos presupuestos no ha tardado en encontrar respuesta en buena parte de la oposición, que acusa al gobierno local de eludir su responsabilidad, en una especie de dejación de funciones en el peor momento posible. Sea o no así, lo que es incuestionable es que unos y otros van a tener que sentarse en muchas ocasiones durante los próximos meses para negociar las inevitables modificaciones de las cuentas ahora vigentes. Será entonces cuando todos tengan que demostrar altura de miras para tratar de paliar la devastadora situación económica de la ciudad que ha dejado y seguirá dejando la pandemia. Hacer partidismo o tratar de sacar rédito político con el dinero de los gijoneses sería, simple y llanamente, imperdonable.