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Raúl Suevos

El otro debate nacional

Sobre la prensa rosa

En estos tiempos de covid todo se convierte en un sinvivir. Estábamos tan tranquilos esperando a ver si la cuarta oleada del bicho nos atacaría antes o después de Semana Santa cuando saltó la liebre murciana; y tras ella se lanzaron todos los podencos de la política ¿o eran galgos?. Aquello dio para una cadena de acontecimientos políticos que, a día de hoy, pueden dar con la vuelta a Vallecas del vicepresidente del Gobierno –al menos para hacer campaña– y de paso con el inicio de la desaparición del partido naranja.

Todo un proceso cataclísmico que debería ser suficiente para responder a las necesidades de agobios y tensiones que nos construimos los españolitos de a pie para ir tirando en nuestro devenir cotidiano. Pero no, no es suficiente un nuevo follón político, puesto que el contubernio catalán parece que nos haya creado callo y ni los meneos del flequillo de Puigdemont o la vuelta de Laporta consiguen descolocarnos. Necesitamos emociones más fuertes.

Aquí es donde aparece ese moderno pijoaparte, antiguo guardia civil ladrón de multas autorretirado minutos antes de ser expulsado. Un tipo clásico en la picaresca española, la de siempre; un gañán de labia fácil a la caza del braguetazo con Teresa. Una vieja historia que ponía el punto de mira en la hija de “la más grande”; un objetivo fácil por cómo fueron las cosas, aunque después de dos barrigas la paloma abandonase al chulapo.

Desde aquella época de cortejo, asalto y repudio muchos años pasaron, y también exclusivas del trepa devenido especialista de la prensa rosa, donde vendió los pleitos con su antigua esposa, las discusiones, los líos propios y de su hija. Tantos años que hasta ésta ha iniciado una lucrativa carrera en la televisión de las vísceras. Todo parecía bajo control hasta esta semana, semana de grandes sorpresas.

La silente y abandonada madre, antes esposa, ha roto su silencio plurianual, y, aunque algunos intuían a partir de los dictámenes judiciales parte del drama oculto tras los muros de la domus, la mayoría del país quedó patidifusa ante su intervención, profusamente anunciada, en la cadena de las vísceras; donde ha protagonizado uno de los programas más visto de la temporada televisiva en curso.

A mí, qué quieren que les escriba, el guardia felón, precisamente por eso, por serlo, me predispone negativamente, aunque la intervención veloz e interesada en el asunto de algunas políticas de relumbrón no creo que le haga ningún favor a la ahora comprendida madre que, en cualquier caso, está llenando con su intervención sorpresiva las cajas de la cadena de las vísceras, y las propias. Veremos si no también las del pijoaparte. Y nosotros debatiendo.

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