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Joan Tapia

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Juan Tapia

¿Podrá Sánchez dormir tranquilo?

La fuerte derrota de Ayuso al PSOE, al que ha sacado una ventaja nada menos que de 28 puntos

El pasado domingo dije que Isabel Ayuso tendría un gran triunfo porque doblaría sus diputados (pasaría de 30 a 59 o 60), pero que dependería de Vox. Pues no, la victoria ha sido mucho mayor, 65 escaños, siete más que toda la izquierda. Y Vox contará muy poco.

Y al PSOE las cosas le han ido fatal. Hace dos años Gabilondo ganó con el 27,3% de los votos frente al 22,2% de Ayuso. Ahora Ayuso ha vencido con el 44,71% frente al PSOE que se ha desplomado al 16,8%, una diferencia de nada menos que 27 puntos. Y además ha sido sobrepasado por Mas Madrid.

Los socialistas y Pedro Sánchez, que se implicó más de lo sensato en una elección autonómica, han sufrido una estrepitosa derrota. ¿Prefigura eso la victoria del PP en las próximas legislativas? No, al igual que el desastre del PP en las recientes catalanas (3 escaños frente a 11 de Vox y 33 del PSC) no indicaba que el PP estuviera hundido. Pero si es un muy serio aviso porque además el PP –instrucción del “caso Gürtel”– no atravesaba un buen momento.

Sí, la derecha lleva ganando 26 años en Madrid y ahora Ayuso se ha comido casi todo el electorado de C´s de hace dos años. Pero también hay electores socialistas que se han abstenido pese al aumento de la participación, que han votado a Más Madrid y que incluso han preferido a Ayuso. Y no por el predicamento de Joaquín Leguina, sino porque han creído que era lo que les convenía. ¿Sólo cañas e impuestos?

Y es cierto que Ayuso ha tenido suerte con la pandemia porque sus medidas, las más laxas en Europa, no han acarreado un desastre. ¿Suerte? Vale, pero la suerte cuenta. Napoleón, que murió justo el miércoles hace doscientos años, dijo que era lo que más miraba al nombrar generales. Y el PSOE ha hecho una pésima campaña. Iglesias con su famosa retirada del debate de la SER tras el encontronazo con Vox se erigió en director de comunicación de toda la izquierda. Y gritar “fascismo o democracia” era agredir a muchos madrileños -lo decían las encuestas- que preferían a Ayuso. Más Trump que Mussolini. Otra de Iglesias que -se ha visto- irrita mas al barrio de Chamberí que seduce en Vallecas, donde pese a la Plaza Roja también ha ganado Ayuso.

España no es Madrid y todas estas circunstancias es difícil que se repitan dentro de dos años en las próximas legislativas. Además, la vacunación va al ritmo previsto y casi todos los analistas creen que el segundo semestre será de recuperación económica. Los datos de abril son alentadores.

Pero Sánchez debe leer los resultados, no permitir que sus próximos digan que los electores del PP son “tabernarios”, y no repetir errores. Debe saber que un gobierno PSOE-Podemos genera más rechazo en mucha clase media (no oligárquica) que otro socialista monocolor. Y si el lenguaje de algunos ministros la descalifica, el rechazo se convierte en aguda indignación. Asustar con impuestos, u ocultar medidas posibles –el peaje en las autovías– no es lo adecuado para lograr el respeto de parte de la derecha ni el de los electores más informados.

¿Cuánto dañó causó a Gabilondo que el último día de campaña se conociera el posible fin de la declaración conjunta del IRPF? Un Gobierno con credibilidad debe decir las cosas, explicarlas y no recurrir a baratas triquiñuelas. Debe asumir que gobernar no es decir cada día que hay dinero para todo. Y si hay voces en la coalición que aseguran que el PSOE claudica ante el poder económico, peor.

En la campaña de noviembre del 2019, Pedro Sánchez dijo que no podría dormir tranquilo con Iglesias en el Gobierno. Tenía bastante razón. ¿Podrá dormir tranquilo ahora que Iglesias no es vicepresidente y abandona la política? Dependerá de si Moncloa y los principales ministros están más finos que desde la moción de Murcia.

Y el PSOE debe saber que al menos algo de lo que ha sucedido en Madrid ayudará al PP. Si Vox no crece y C´s se hunde –como en Madrid– el PP puede sacar bastantes mas escaños en muchas provincias que eligen pocos diputados. Y eso obliga a convencer más a la izquierda y agredir menos a la derecha. Nada fácil. Con Iglesias en el Gobierno, Sánchez no ha dormido tranquilo. Ahora, sin Iglesias y tras Madrid, tampoco podrá hacerlo.

Es algo incluido en el salario –escaso– del inquilino de La Moncloa.

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