Si hay un territorio castigado que haya luchado por reinventarse ese es el de Avilés y su comarca. Pionero en los planes de descontaminación, su parque empresarial lo tomaron como ejemplo otras ciudades para impulsar un nuevo modelo de desarrollo. Completó con éxito el salto de competitividad del sector del metal y la modernización de la siderurgia. En la cultura, los concejos integrantes de este espacio han sabido abrirse hueco entre las grandes ciudades asturianas y erigirse en referencia nacional en casos como el del teatro. No por casualidad, la edición avilesina fue la primera que abordó LA NUEVA ESPAÑA hace 30 años en su plan de expansión, tan bien acogido por los lectores. Hemos sido testigos de estos cambios. Hoy hallamos en ellos virtudes que sirven de espejo para el renacer asturiano. 

Un diario eminentemente local con perspectiva universal dentro de un periódico por encima de cualquier cosa asturiano. Con esta triple identidad nació la edición de Avilés de LA NUEVA ESPAÑA. Fue un reto profesional y tecnológico, ahora también digital, que abrió un fructífero camino al periodismo de proximidad con la objetividad e independencia de esta casa como emblema. El mérito de la efeméride corresponde a los avilesinos y a todos los asturianos, a los que continuamos sirviendo con el mismo entusiasmo y compromiso que el primer día. Habernos convertido desde hace décadas en su principal fuente de información entraña una enorme responsabilidad.

La exposición conmemorativa para celebrar el aniversario, que el próximo jueves abre en el palacio de Valdecarzana de Avilés con idea de rotar luego por la comarca, repasa los principales acontecimientos de estas tres décadas. Un acta notarial en portadas que da fe de profundas transformaciones.

Pueden señalarse muchas singularidades de Avilés. Estamos ante una ciudad concejo, con su superficie íntegramente ocupada por la trama urbana, y a la vez ante un concejo que hace comarca con sus vecinos Castrillón, Corvera, Gozón, Soto del Barco e Illas. De esa realidad derivan rasgos fundamentales, una guía para el resto de Asturias: la vocación de complementar en lugar de pelearse, la voluntad de cooperar, la inteligencia de especializarse para distinguirse. Siendo difícil vivir a la sombra de otras conurbaciones, este territorio labró una personalidad muy definida como corazón industrial. En su suelo acoge hasta seis multinacionales potentes y es pilar esencial para la transición actual de la economía regional. Su isla de la innovación y sus centros empresariales de investigación, ocho, completan sin interferencias la milla de la bata blanca de Oviedo o la del conocimiento de Gijón.

Vista de Avilés. RICARDO SOLÍS

Estamos ante un área, quizá por influjo de su posición abierta, permeable a los cambios. Por la mar llegaron de lejanos puertos influencias enriquecedoras e impulsos renovadores. Cualquiera aprecia hoy en esa ría en regeneración, con las luces y sombras del Niemeyer, el intento más cercano de emular lo que representa el despegue de Bilbao. Desde el aire, las fábricas en erupción y los audaces latidos del Cantábrico sobre una vertiginosa costa son lo primero que vislumbra el forastero al descender en el aterrizaje. La carta de presentación del paraíso.

Avilés y su comarca unen con coherencia la diversidad: una metrópoli sin parangón en el país por el peso de sus fábricas con la brava proa del Cabo Peñas. La espectacularidad urbana de la playa de Salinas y el aroma salvaje de Bayas con los genes fundacionales de este Principado: ahí aguardan el castillo de Gauzón, con su relato histórico por escribir, y la minería precursora de Arnao para corroborarlo. Y, en fin, cómo olvidar la potencia agrícola y marinera que surge en paralelo de fusionar laureadas ganaderías lecheras con la mayor lonja de pesca. La armónica pluralidad como fuente de riqueza.

Cuando iniciamos esta travesía en 1991 concluir la variante, en este caso una carretera, preocupaba mucho a los avilesinos. La comarca aún hubo de esperar dieciocho meses para verla concluida. Pero resolvió poco. El desastre de aquella vía por la sucesión de accidentes obligó a acelerar la autovía para acabar con un infierno de dolor y muerte. Elevemos a categoría de didáctica metáfora este recuerdo para recalcar que, en el futuro de Avilés, y de Asturias, ya no pueden tener cabida los parches, la imprevisión, la falta de ambición y la ceguera para dejar de apreciar y engrandecer lo mucho y bueno que poseemos.

Pasan los últimos trenes para reengancharse a la España puntera. Sirva la premura como acicate para una revolución creativa. Reconstruir Asturias exige no acomplejarse nunca ante los desafíos, unir fuerzas y pensar en grande. Sin darse por vencidos. Sin desaliento. Escribimos en el primer número de la edición de Avilés que “necesitamos periódicos y periodistas valientes, capaces de dar la cara en defensa del bien común y que tengan como único compromiso el decir la verdad a sus lectores”. Después de treinta años, esos principios nos siguen orientando. En la persecución de una Asturias mejor, en ellos nos encontrarán siempre los asturianos.