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Bautismo no hay más que uno

Igual que en la pizza el secreto está en la masa, en la ensaladilla rusa está en las patatas y la mayonesa. De esta se dice que fue descubierta en Mahón por los franceses al invadir Ibiza; en cuanto a la ensaladilla, parece que se expandió por el orbe en la diáspora rusa tras la Revolución de 1917. Dada esa genealogía bastante creíble, no tiene sentido cambiar la onomástica por coyunturas bélicas posteriores. Llamarla ahora “ensaladilla ucraniana”, como propone el divino José Andrés, es aplicar la damnatio memoriae a todo un pueblo, un intento fallido de antemano, pues a Rusia no hay quien la borre. En mi paso por el ejército franquista como aspirante más o menos forzoso a oficial la ensaladilla rusa que nos servían en el rancho era llamada “ensalada nacional”. También entonces Rusia (no su gobierno o régimen) era culpable, como había sentenciado el falangista filonazi Serrano Suñer.

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