No te metas en política

La necesidad de que los diligentes den un paso al frente

José María Figaredo

José María Figaredo

En 2015 acompañé a Javier Ortega y Rocío Monasterio en otra lista electoral de Vox como número tres; en una boda familiar, uno de mis tíos me dijo algo así: "Puto loco, qué haces". En 2019, Santiago Abascal y Javier Ortega me propusieron que encabezase la lista de Vox al Congreso en Asturias. Consulté con mi familia. Fueron tajantes: "Nos hemos esforzado mucho por darte una educación y no te puedes permitir meterte en política. Eso lo puede hacer Leire Pajín, no tú".

Hoy, algunos amigos me preguntan preocupados cada vez que me ven: "¿Cuándo vas a dejar la política?".

El razonamiento de una parte significativa de España es que la política mancha tu currículo. De alguna forma, te invalida para actuar posteriormente en la vida profesional normal. Así, la política solo es recomendable si tu interés es espurio y quieres servirte de ella para medrar.

La política se ha hecho repulsiva para muchos españoles que tienen intereses nobles y solo buscan el bien de España. Por eso muchos jóvenes –o no tan jóvenes– centrados en sus profesiones, capaces y diligentes, rehúyen la responsabilidad política y responden con ese: "Yo no me meto en política". Dicen, incluso, "no me lo puedo permitir".

Creo sinceramente que no hemos llegado a esta situación por casualidad. La mediocridad ha expulsado a los diligentes de la política sin siquiera enfrentarse en unas elecciones. Recordemos esos escraches de la extrema izquierda, las críticas satíricas en todos los medios televisivos –Wyoming o Broncano a la cabeza–. Así, los diligentes se marcharon para evitar este desgaste reputacional y personal que puede producirles la vinculación política. Así, han dejado el camino expedito a los mediocres. Esto ha permitido proliferar los Patxi López, Pepiño Blanco, Leire Pajín, Irene Montero, Ione Belarra, etc.

La realidad es que España –y cada ayuntamiento o región– es como un barco en el que todos remamos y algunos llevan el timón. Si los diligentes renuncian a asumir responsabilidades políticas, los negligentes lo harán, ellos llevarán el timón y terminarán por hundir el barco –como efectivamente parece que está sucediendo.

Por ello, los diligentes deben levantarse. Deben dar un paso al frente y plantar cara a la mediocridad. Deben postularse, pelear y comprender que, si no nos metemos en política, alguien lo hará y así, en lugar de defender el bien de España, permitiremos que los malos la conduzcan al naufragio. Perder un partido pese haberse esforzado al máximo puede ser admisible –aunque indeseable–, ser descalificado por incomparecencia, no.

En definitiva, creo sinceramente que cumplir el deber y dar ese paso al frente en última instancia es motivo de orgullo. Así, quienes deseen el bien de España y tengan esa inquietud política deben dar ese paso al frente. Deben luchar con su mera presencia contra esa mediocridad que pretende copar nuestras instituciones políticas. Debemos desterrar de nuestras bocas ese "yo no me meto en política". Se acabó el mirar hacia otro lado.

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