Hay que…

Hacer frente entre todos a quienes saben siempre la solución a cualquier problema

hay que

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Pere Casan Clarà

Pere Casan Clarà

Debo confesar que tolero muy mal aquellas personas que inician sus charlas, comentarios o respuestas con la palabra "bueno" y no digamos si además le añaden "la verdad es que…". Se trata de un conjunto de vacuidades que permiten identificar a nuestros interlocutores y situarles, generalmente, en el grupo de los irrelevantes. Es muy probable que el resto de sus aportaciones no merezcan más atención. Pero disponemos de un inicio de diálogo que supera todo lo conocido, por su frecuencia, por su intención y por su auténtico vacío de contenido. Se trata de la conocida expresión "hay que…". Estamos rodeados de individuos que siempre saben la respuesta a todos los problemas, por complicados que sean. De manera muy especial si estos problemas están relacionados con el quehacer político, económico o social. Su primera expresión después del enunciado siempre es el "hay que…". Y no digamos si se trata de una cuestión futbolística, en la que ya es bien conocido que en cada español existe un Luis Enrique.

Por cada cien "hay ques" disponemos de un único "voy a hacer". En mi opinión existe un verbo que define nuestra personalidad, por encima de los demás verbos. Todos nosotros desarrollamos muchas acciones a lo largo de la vida. Nadie es tan pobre como para ser explicado con un único verbo. No obstante, reflexionen unos momentos sobre aquello que es más característico en cada uno de ustedes y encontrarán un verbo que explica la mayoría de las cosas que conforman su manera de ser. Muchos investigadores y escritores nos dirían que se trata del verbo "pensar". Los médicos y sacerdotes quizás se inclinen por "escuchar", otros nos sorprenderán con algunas acciones muy generales como "trabajar", "vender" o "servir". Disponen de una amplia variedad lingüística para decidirse y no necesariamente hay que elegir un único verbo para cada persona. Como les decía, todos nosotros conjugamos muchos verbos a la vez, pero les invito a que elijan el que más les caracteriza, el que mejor les defina. Por mi parte me inclino por el verbo "hacer". Siempre fui un hombre de acción. Quizás por este motivo me sulfura tanto observar a los numerosos "hay ques" de mi alrededor. Son aquellos que siempre indican lo que hay que hacer pero nunca les ves haciendo algo. Hacer no supone prescindir de los demás verbos. Para hacer hay que pensar, reflexionar, comentar en voz alta con las personas de nuestro entorno, observar lo que hicieron otros anteriormente, planificar, valorar los pros y los contras, elaborar un plan y disponer de una alternativa. Finalmente, no vale únicamente el "hay que…" sino que solo cuenta el "hacer". Y en este caso me defino claramente por el "hacemos". Sí, es más importante el "nosotros hacemos" que el "yo hago".

Conjugar el verbo hacer, en estos momentos de coincidencia de tantos problemas, es algo más necesario que nunca. Me inclino por abordar el calentamiento global del planeta y el cambio climático. La bibliografía existente sobre estas cuestiones es muy abundante. Si consultan estos conceptos en Google encontrarán 22 millones de entradas para el primero y 17 millones para el segundo. Si la consulta es en inglés, el número de entradas para "global warming" es de 322 millones y de 334 millones para "climatic change" (consulta realizada el día 20 de diciembre de 2022). Mis recomendaciones de lectura son "El libro del clima", escrito por 105 autores, coordinados por Greta Thunberg (Lumen, Barcelona, 2022) y como manual de cabecera, el texto de Antxon Olabe, "Necesidad de una política de la Tierra: Emergencia climática en tiempos de confrontación" (Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2022). En ambos libros se describe extensa y científicamente el problema y se proponen soluciones al alcance de todos. Después de leerlos no nos vale el "hay que" sino que entran ganas de ponerse a trabajar.

En estos momentos es cuando recurro a la música para obtener la inspiración que me permita empezar. Curiosamente, la melodía que les propongo, "El cant dels ocells", se utiliza en la actualidad como despedida en los sepelios. Nada más erróneo, ya que se trata de una canción popular inspirada en la Navidad, un villancico tradicional catalán, que exalta la naturaleza a partir del canto de los pájaros que acuden al portal para saludar a Jesús. Es pues una canción de cuna más que una composición de duelo. A partir de las interpretaciones al violonchelo de Pau Casals (1876-1973), que iniciaba o terminaba sus conciertos con esta melodía, se ha convertido en un himno de alabanza a la paz y elogio de la libertad. La letra está formada por 15 pareados donde encontrarán el nombre de 30 pájaros diferentes. El más popular es el primero: "En veure despuntar el major lluminar en la nit més ditxosa, els ocellets cantant a festejar-lo van amb sa veu melindrosa". (Al ver despuntar el mayor resplandor en la noche más dichosa, los pajaritos van a cantarle con su voz melodiosa). Famosas fueron sus interpretaciones realizadas en la Casa Blanca, ante el presidente John F. Kennedy y ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 24 de octubre de 1971. Les recomiendo vivamente recuperar el discurso del músico catalán, después de recibir la Medalla de la Paz otorgada por esta institución.

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