Otras causas que merecen la pena
Todas las ciudades, por inhóspitas que parezcan, tienen lugares de redención, en los que la gente se reúne para mirar o pasear. Esos lugares suelen ofrecer un espectáculo permanente y gratuito, el de sus vistas. En las ciudades marítimas, el mar, en sus diversos estados, es ya un espectáculo soberano; en las de interior, puede ser un paisaje o un episodio del día, como el de la puesta del sol. Son aperturas del espíritu a grandes espacios o a momentos sublimes, que la gente necesita también para vivir. Leo la noticia de la pequeña revuelta de vecinos del barrio de La Latina, en Madrid, frente a las obras del parque de la Cornisa, que con el de la Montaña ofrece en silla de pista los mejores atardeceres de la ciudad. Los entiendo bien. Una ventaja inesperada del ocaso de las grandes causas es que dejan sitio para pequeñas causas tan verdaderas como la de los ocasos mismos.
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