EDITORIAL

Un punto de inflexión para recuperar la iniciativa

La cumbre de Santiago y la fecha de la apertura de la Variante no son una meta sino un punto de partida: adelantémonos por fin a ponerlos en valor

Barbón, Rueda y Mañueco, en Santiago.

Barbón, Rueda y Mañueco, en Santiago.

De todas las cumbre organizadas por las regiones del Noroeste para reivindicar el Corredor Atlántico ferroviario, la de este viernes en Santiago de Compostela logró el mayor éxito no solo por la nutrida asistencia, sino también por la contundencia de los mensajes, por encima de cualquier conveniencia ideológica. Ante un auditorio con mayoritaria presencia de altos cargos populares, el espontáneo y efusivo aplauso que recibió el presidente asturiano, Adrián Barbón, al reconocer que antepondría siempre en este asunto la defensa de los intereses de Asturias a su condición de militante socialista, fue todo un símbolo. La cumbre gallega remató unos días en los que también se habló mucho de la Variante. Ojalá marquen un punto de inflexión para que esta tierra recupere por fin la iniciativa.

Esta ha sido la semana de los trenes. Acabó en Santiago de Compostela, con Asturias, Galicia y Castilla y León alzando la voz para reivindicar el Corredor Atlántico y empezó en Oviedo, con unas explicaciones sobre los retrasos de la variante de Pajares ciertamente basadas en algunas verdades a medias. Todo parece que lo arregla hoy pedir perdón.

Por primera vez, el Noroeste se ha conjurado en serio en la defensa de su eje ferroviario para dejar de ir detrás de las autonomías del Mediterráneo, que le sacan varios cuerpos de ventaja. Sin cuestionar el legítimo derecho de los habitantes del Levante a mejorar, sin una sola palabra gruesa hacia sus pretensiones, el asturiano Barbón, el castellano-leonés Mañueco y el gallego Rueda han dado un golpe sobre la mesa como nunca antes contra la consolidación de una España hemipléjica. Les sobran razones para quejarse. Tantas, que el Gobierno de la nación, sin estar presente en la cumbre, atendió sobre la marcha una de sus peticiones: nombrar un comisionado que preste atención a sus urgencias. Si el Principado, la Xunta y el Gobierno de Castilla y León hubieran exhibido con anterioridad esta determinación y energía, no habrían cedido tanto terreno.

De algo que se eterniza ya cabe decir que "dura más que la Variante". La obra acabará por rematarse en más tiempo que El Escorial. Culpables, PSOE y PP. Para ambos trabajó la secretaria de Estado que dio la cara por la Ministra y justificó lo injustificable disparando a ráfagas. Los populares la tenían por una de los suyos porque había ejecutado sus decisiones para los túneles. Cuando continuó con los socialistas, los diputados conservadores recibieron la consigna de tratarla con guante de seda.

A los asturianos no les incumbe el ajuste de cuentas. Demasiado les han tomado el pelo para encima soportar estas monsergas. Los ciudadanos anhelan un tren moderno que los lleve y traiga de Madrid cuanto antes, no entretenerse en otra aburrida y cansina lucha partidaria. Y eso es lo que ahora esperan: que los técnicos comprometan una fecha creíble de apertura, sin componendas ni más cálculos electorales. Al menos la agitación sirvió para activar al Principado, que acaba de convocar a los agentes económicos y sociales para preparar la llegada del AVE. Y sobre esas preocupaciones, no sobre los navajazos, debería girar el debate: qué tipo de trenes usarán la línea y si efectivamente llegarán a la capital del país en tres horas, sus frecuencias y plazas, cuáles serán directos y a qué hora favorecerán más el impulso que la región necesita, cuántos mercancías. Bienvenida sea la rectificación si a partir de esta fecha cuidar esos aspectos es lo importante, porque condicionarán absolutamente la explotación de la infraestructura.

¿Cuándo tomará Asturias la iniciativa para adelantarse a los acontecimientos, para clarificar sus aspiraciones y poner rumbo firme al liderazgo y la prosperidad? Los ciudadanos se han formulado en demasiadas ocasiones esta pregunta. La experiencia en acontecimientos decisivos de la historia reciente invita al escepticismo. Muchas veces la región se colocó al rebufo de otras comunidades a las que apenas podía mantener el ritmo, o acabó directamente descolgada por el lastre de emplear décadas en fijar un criterio sobre los asuntos de interés. Encima, dirimido a palos.

Nada deseamos tanto como que lo vivido estas fechas constituya un indicio de cambio que deje sin sentido para siempre el interrogante. Si los asturianos son incapaces de unificar posiciones y ponerse de acuerdo sobre lo mejor para su tierra, nadie va a hacerlo antes por ellos y estarán sirviendo en bandeja a quien les escuche la excusa más absurda para conseguir que sus peticiones acumulen "la madre de todos los retrasos".

"Asturias es aún poco conocida a causa de la dificultad de sus comunicaciones". Lo escribió en 1862 el barón de Daviller, millonario y anticuario. Ha pasado un siglo y medio largo. La cumbre de Santiago y la apertura de la Variante no son una meta sino un extraordinario punto de partida. Con el impedimento de los malos caminos por fin vencido, transfigurar en ineficientes los nuevos enlaces por desentenderse de su aprovechamiento supondría casi lo mismo que no tenerlos. Adelantémonos por fin a ponerlos en valor.