Solo será un minuto

Hacerlo inolvidable

Tino Pertierra

Tino Pertierra

Un guaperas a la francesa, vestido con esmoquin y con gafas de toque intelectual (pero no mucho) bajaba con garbo unas sinuosas escaleras, salía a la calle, volvía la vista atrás y lanzaba un beso volador a una ventana en la que se cobijaba la huella de una noche de pasión. Parecía claro que las cosas le habían ido bien, porque el muchacho le daba una patada a algo que había en el suelo y hacía un gesto exultante con las manos, como si hubiera metido un golazo por toda la escuadra. Luego bailaba con una silla de un café sin torcer la pajarita mientras la ciudad despertaba lentamente y él irradiaba felicidad por los cuatro costados, dando pataditas a la hojarasca en el parque, cruzando puentes al amanecer mientras una voz muy viril (la misma que suele doblar a Liam Neeson o Mel Gibson o Richard Gere, fíjate tú el nivel) decía, con una imagen de una rosa y un reloj de bolsillo, "Paco Rabanne pour homme, hacerlo inolvidable es cosa tuya". Vaya responsabilidad, ¿eh?

Eran los años 80, los anuncios de colonia aún no habían traspasado el umbral artificioso del eslogan sin traducir del inglés o del francés, aunque ya había una evidente saturación de colores, calores y montaje videoclipero en el alud de spots que llegaban por Navidad o por el Día de los Perfumados. Una peste visual en la que se invierte mucha pasta, y que intenta seducir a la clientela enfrascando en imágenes impactantes mensajes que aluden a los sueños, los desafíos, la seducción, el mejunje del autoengaño. Cuántos hombres y mujeres no habrán caído en esa trampa olfativa comprando o regalando aromas sin haberlos testado, rindiéndose sin condiciones ante la tentadora posibilidad de dejar una casa de placeres y glamour dejando un rastro inolvidable mientras la ciudad vive sus hojas muertas.

Suscríbete para seguir leyendo