El tamaño sí importa en el ferrocarril

La integración en Renfe fue una condena a muerte para Feve, que tarda más en los viajes que hace años

Ángel de la Fuente

Ángel de la Fuente

La polémica suscitada con los nuevos trenes de ancho métrico que deberían mejorar la prestación del servicio en Asturias y Cantabria puede entenderse en el contexto de aquella expresión tan nuestra "tengo más hierba que tenada". Día tras día la prensa ilustra este despropósito, pero por desgracia no hay ni un Quevedo que tenga la osadía de componer un soneto sobre el particular o un Valle-Inclán que urda un esperpento que podría responder al título "Caminos de fierro en angostos avernos". La ocasión sin duda alguna lo merece. Espero que el cercano antroxu aborde con sarcasmo el tamaño de los trenes de vía estrecha y que L’Amuravela incluya una referencia a esta situación, sin olvidar los pregones de todas las fiestas que florecen durante el verano desde Vegadeo hasta Colombres, entidades de población que reciben a los trenes procedentes de Ferrol y despiden a los que van hacia Cantabria. Es lo que nos queda mientras haya democracia.

Si en febrero entra el sol por cualquier reguero, parece que en Asturias los trenes no entran por cualquier túnel, aunque posteriormente se dijo que su tamaño al ser tan pequeño no cumpliría las expectativas de los usuarios. Esta explicación creo que tiene su origen con un presunto pedido realizado a SS. MM. de Oriente por parte del órgano competente para tener a tiempo, gracias a su magia, los famosos treinta y un trenes, pero algo debió de fallar en el hechizo que el diseño resultó acorde las escalas N o HO y por eso no se adecuan al porte de los potenciales usuarios. ¿Se puede justificar que los responsables de hacer el encargo no hayan sido capaces de conocer las medidas de ancho y alto de los trenes que circulan en la actualidad? No, porque en cualquier página de Internet se puede acceder a las características de las diferentes unidades de vía estrecha, que oscilan entre los 2.550–2.560 mm de ancho y los 3.470–3.740 mm de alto. Las declaraciones del altos cargos del ministerio del ramo constatan la falta de seriedad en la gestión de esta crisis a la par que evidencian un descarado insulto a la inteligencia de cántabros y asturianos. La explicación de que el problema es que las decisiones se toman desde despachos en Madrid por personas que no pisan las vías y a las que Cantabria, Asturias y Feve les queda muy, muy lejos contribuye a exacerbar los ánimos de la ciudadanía más que a aplacarlos. Hay que viajar más por la vía estrecha para ver cuál es su estado y dejarse de andar con el Aspirino o el Alvia por una Variante tan deseada. Asturias posee un trazado de cercanías que tiene que adaptarse a lo que sería una especie de metro o similar, pero para ello necesita una actuación seria, sensata y comprometida por parte del Gobierno del país que luego deberá entregar al autónomo para que la gestione y la mantenga. Esto es incuestionable, necesario y urgente.

El tema del ferrocarril constituye un auténtico culebrón y cada vez que algún preboste abre la boca es para decir sandeces que no hacen más que confirmar el desprecio que sienten hacia el pueblo. ¿Recuerdan el proyecto del mini-Ave Cantábrico que rodaría a 160 km/h? Una babayada más que ha salido de la boca de un iletrado en materia de comunicaciones y de los palmeros que aplaudieron tal memez. Echar esa noticia al vuelo es la prueba del desconocimiento absoluto del relieve y del trazado ferroviario entre Ferrol y el País Vasco, precisamente por no salir de los despachos del Paseo de la Castellana nº 67. El ferrocarril es un medio de comunicación de ver y andar, al igual que la Geografía, si eso no se tiene claro, tenemos un problema, cuyas consecuencias las estamos padeciendo: el "Fevemocho".

La vía estrecha siempre fue la hermana pobre, pero si hay un responsable de asestarle el golpe de gracia, ese fue el gobierno presidido por Mariano Rajoy cuando decidió acabar con Feve e integrarla en Renfe. Ahí comenzó su verdadero calvario. Son muchas ya las actuaciones que lejos de apostar por el ferrocarril de vía estrecha lo único que muestran es la intención de eliminarla; por ejemplo, una de ellas es el incremento del tiempo en cubrir un trayecto, sirva de ejemplo Oviedo–Pravia, que ha pasado de cincuenta y cinco minutos a una hora y quince minutos, o el regional Ferrol-Oviedo, que empleaba hace medio siglo seis horas en cubrir el trayecto y ahora son siete horas y media. Ayer escuchaba al presidente del comité de empresa Renfe-Asturias y me caía el alma a los pies cuando afirmaba que ya no disponen de recambios para los trenes actuales y que tienen que elaborarlos de modo artesanal, en ese momento me vino a la cabeza los dibujos de los repuestos que hacía mi suegro para las vetustas locomotoras de vapor cuando trabajaba en Figaredo y luego en Santo Domingo (Oviedo). La conclusión es evidente. Me preocupa mucho que el famoso lote de trenes que comenzará a circular por las vías asturianas y cántabras en 2026 no vaya a cubrir las necesidades asturianas, porque si nadie se pone la pilas, veintidós se quedan en la comunidad vecina y solamente nueve vendrán a recorrer el Principado, que tiene muchos más kilómetros de vías y líneas que aquella. Una vez más Asturias sufre el ninguneo continuo y progresivo por parte de Madrid, pero aquí seguimos mirando para el ombligo. Esta situación no es nueva, nada más hay que viajar por el Ferrol-Gijón entre Ribadeo y Ferrol para comprobar que la vía está en mejores condiciones que entre Cudillero y A Veiga. ¿Cómo se puede admitir esta arbitrariedad a la hora de actuar en una línea que discurre por dos comunidades autónomas? ¿Será que el presidente de la Xunta tiene más mano que el asturiano en la villa y corte? Asturias es el jamón de york y el queso de un sándwich que funden por un lado gallegos y por otro cántabros. No sé lo que tendrá que pasar para que esta provincia despierte de una vez y vuelva a enarbolar la bandera que ampare el respeto y consideración que se merece por parte de alcaldes, gobierno autónomo y gobierno central.

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