Cefe, amigo y maestro

José Luis López Del Valle

José Luis López Del Valle

La inesperada muerte de Ceferino de Blas nos llena de dolor y nos deja sin un compañero entrañable, un amigo y un maestro. Nuestras vidas estuvieron unidas desde hace más de cuatro décadas con vínculos tanto profesionales como personales.

Cefe fue un periodista extraordinario y, sobre todo, valiente, claro y que supo crear escuela entre quienes iniciábamos en aquella época de la Transición nuestro apasionante oficio. Fue un analista político con gran autoridad en una época en la que las opiniones en esta materia serían decisivas en el difícil arranque de nuestra democracia.

Arrancó aquí en su tierra, en Asturias, aunque desarrolló su más larga trayectoria en Galicia. Ejerció el periodismo, sobre todo, en la prensa escrita. Y lo ejerció hasta el último momento. Su último artículo en el "Faro de Vigo" lo publicó hace poco más de un mes. Pero, entre tanto, además de labores directivas, tuvo tiempo para escribir una docena de libros empezando por aquel recordado de "Tarancón, obispo y mártir", un perfil del entonces arzobispo de Oviedo, Vicente Enrique y Tarancón, que él conocía bien y que en algunos sectores querían mandar al paredón.

Pero decía que, además de maestro indiscutible, Ceferino era un entrañable amigo. Él ofició la ceremonia religiosa de mi matrimonio y bautizó a dos de mis hijos. Fue decisivo a la hora de intensificar mi amor a Galicia casi tanto como él le tenía. Yo ya conocía bastante bien la región gallega, ya que mi padre era originario de esta comunidad, pero Ceferino, con la extraordinaria colaboración de otro compañero gallego, Suso Portela, me llevó a conocer y amar una zona de las Rías Bajas, en la península del Morrazo, el pequeño y acogedor concejo de Bueu, del que no me separé desde hace 36 veranos.

Es un día triste. Ayer, para muchos, se nos fue una persona insuperable: Ceferino de Blas, un astur-galaico para la historia.

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