Asturias encarrila un futuro industrial verde

Para una vez que podemos anticiparnos y subirnos a tiempo al tren de la innovación tecnológica, aprovechemos la oportunidad

Planta de Arcelor.

Planta de Arcelor.

Editorial

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En tan solo cinco días, desde el viernes de la pasada semana a este martes, una parte importante de la transformación de Arcelor ha quedado despejada con la concesión de las millonarias ayudas de la UE para sus inversiones, la ingeniería Duro Felguera encontró por fin socios industriales para aportarle estabilidad y futuro, e Iberdrola anunció para Langreo la construcción con la asturiana Exiom de la mayor fábrica de paneles solares de España. Asturias necesita poner los cimientos de una industria distinta e incorporarse a tiempo a la nueva era de las tecnologías verdes de vanguardia, afrontando sus desafíos y reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero. Las tres son excelentes noticias en esa dirección. Ojalá vengan otras para Danone, Alcoa o la clausurada térmica de Tineo. Continuando por el mismo camino la región conseguirá hacer de la necesidad virtud. 

La de Alcoa, con cincuenta mil personas tomando Avilés un 8 de noviembre de 2018, fue la última gran manifestación de Asturias. La situación de la aluminera era crítica. Para salvarla se consumó una agónica venta, con sucesivos cambios de manos, que está siendo investigada por la Audiencia Nacional por el supuesto vaciado de patrimonio de la compañía. La empresa avilesina solo actuó como espoleta, porque aquel en realidad era un grito de auxilio de toda la industria asturiana, temerosa por su supervivencia en un momento muy delicado, los inicios de la descarbonización. Han transcurrido cuatro años y tres meses. Alcoa quebró, pero algunas de las principales fábricas tradicionales asturianas ven por fin algo de luz al final del túnel.

La concesión de 460 millones de euros de la Comisión Europea a Arcelor no ha sido fácil. De hecho, el anuncio llega diecinueve meses después de que el dueño de la multinacional y el Gobierno de la nación suscribiesen el acuerdo para emprender este plan. La ayuda funciona como incentivador. Con el desembolso privado podría superar ampliamente los mil millones. El Principado asegura la pervivencia de la siderurgia regional, además de convertirse en la única comunidad del país con una planta integral. Es decir, capaz de obtener acero a partir de la materia prima, el mineral de hierro. Una singularidad competitiva que la coloca en condiciones de elaborar productos de alta calidad, como los empleados en las vías del AVE.

De la mano de Iberdrola, Langreo va a dar el salto al liderazgo nacional en la fabricación de paneles solares fotovoltaicos. Tras el fiasco con la fallida reindustrialización con fondos mineros, por fin una revelación optimista para el valle del Nalón. Ojalá constituya solo el principio y lleguen otras compensaciones por el cierre de la térmica de Lada. Todos estos hitos para la ruptura con un modelo de combustibles fósiles necesitarán de ingenierías. Precisamente a Duro, que se estaba quedando descolgada en este campo, le acaban de lanzar un salvavidas en el momento crucial. Los accionistas portugueses y mexicanos recién llegados contribuirán también a que explore esta vía y amplíe horizontes.

Convertir a España en un referente en las renovables, desarrollar tecnologías de almacenamiento de electricidad y favorecer industrias limpias son los objetivos del Gobierno español. La elaboración de componentes para molinos eólicos marcha viento en popa, con Avilés en el epicentro. Si bien muchos talleres ya venían confeccionando estructuras para parques solares, el proyecto langreano supone un salto cualitativo porque entra de lleno en el desarrollo de la tecnología que los sustenta. La llegada de hidrógeno verde, de concretarse al final los dos proyectos pioneros en marcha, permitirá abastecer la fuerte demanda local y, además, atraer a otros grupos que necesitan dejar de contaminar.

Las grandes empresas asturianas han asumido que el núcleo fabril no resistirá en las condiciones actuales más allá de la primera mitad de este siglo, por los exigentes requerimientos climáticos de las autoridades europeas, y están dispuestas a cambiar. Muchas de ellas ya son referentes de primer nivel en el ámbito de la transición ecológica. Que en todos estos campos la región empiece a posicionarse bien no debe animar a la autocomplacencia, sino estimular el afán por redoblar la apuesta para propiciar un estirón mayor.

No siempre los impulsos modernizadores favorecieron a las factorías asturianas, relegadas a veces en beneficio de otras comunidades con fuerte influencia política, como el País Vasco. La vocación siderúrgica, y todo el entramado aguas abajo que trajo consigo, cuenta con más de dos siglos en la región. Contribuyó a configurarla tal y como hoy la conocemos, sin las chimeneas sería otra cosa. Asturias lleva nada más y nada menos que 166 años sacando arrabio de sus hornos de manera continuada. Ese fue el embrión aquí de la revolución industrial. Vuelve a serlo ahora de otra mutación de un calibre semejante, imprescindible para preservar la continuidad del núcleo tractor y vertebrador de la estructura productiva. Para una vez que podemos anticiparnos y subirnos a tiempo al tren de la innovación, pagando por esa descarbonización acelerada un alto precio, aprovechemos la oportunidad.