Sol y sombra

Triste y ridículo

Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

Resulta que Vox es el partido de la transversalidad. Nadie hasta ahora lo hubiera imaginado de la ultraderecha nacionalista española, siempre dispuesta a acusar de debilidad a cualquiera que se resista a graznar viva España dentro del tono exigido. Confía una moción de censura imposible a una figura nonagenaria que propuso la nación catalana y una agencia tributaria federal para contentar a los independentistas. Algunos de sus dirigentes se jactan de la iniciativa, diciendo que aún es peor ya que Tamames, el aspirante designado por Abascal, fue comunista. Comunista, ¡oh maldición!

Estos voxeros son una calamidad, aunque lo peor de todo no es lo que concitan con su moción de censura esperpéntica e inútil, sino el balón de oxígeno que brindan a Sánchez con el riesgo de debilitar la credibilidad de la oposición precisamente en el momento más delicado para el Gobierno. Sánchez, agobiado por los últimos escándalos legislativos y la corrupción del "caso Mediador", sabrá aprovecharlo a su favor. Por ese motivo ha visto con buenos ojos la iniciativa parlamentaria ajena a los intereses de España de la incongruente derecha radical. Si se trataba de capitalizar un debate estéril para denunciar lo que todos ya sabemos del Gobierno, el aspirante tendría que haber sido, creo yo, el propio Abascal. Si el objetivo era montar un numerito con la excusa de un candidato independiente, la elección de Tamames es un acierto. No se me ocurre nada más extravagante.

Ahora bien, cualquiera que a partir de ahora muestre tibieza en defensa de la unidad territorial española frente a los intentos separatistas y reciba la crítica desaforada de Vox, podrá recordarle a Abascal, Iván Espinosa de los Monteros y el resto de lumbreras, la transversalidad asumida al aceptar un aspirante partidario de convertir a Cataluña en nación. A Tamames le queda aquello de Adolfo Bioy Casares de que en la vejez todo es triste y ridículo: hasta la muerte.

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