Divaneos

La gran incógnita del cerebro

Un órgano que tiene aún muchas zonas oscuras

José Luis Salinas

José Luis Salinas

Dentro de esta espiral de efemérides que plagan el calendario de recordatorios de achaques y enfermedades varias, el almanaque ha reservado toda una semana dedicada a celebrar los últimos avances ligados con el cerebro. Un órgano todavía muy desconocido pese a que es el que se encarga de regular nuestras emociones, nuestras voluntades y, al fin y al cabo, nuestra vida. Precisamente, casualidad o no, durante esa semana de jolgorio y fiesta desenfrenada se ha producido un hecho insólito. Un equipo científico liderado por el español Albert Cardona ha conseguido mapear el cerebro completo de una larva de la mosca de la fruta. Puede, a simple vista, parecer una hazaña pequeña por el tamaño del insecto, pero es una proeza mayúscula. Hasta ahora solo se habían podido mapear algunos sistemas nerviosos de gusanos de laboratorio o larvas.

El avance es significativo por varias razones. La primera es que desconocemos totalmente cómo funcionan las sinapsis que tienen lugar en el interior de nuestras cabezas porque los números son inalcanzables. Se entiende mejor con los datos. El cerebro de la mosca tiene 3.016 neuronas que establecen 548.000 conexiones entre ellas. Un número muy alto, pero más o menos manejable. Estos insectos, aunque tienen un comportamiento aparentemente bastante simple, son capaces de analizar y utilizar las señales que les ofrece el entorno para poder incrementar sus posibilidades de supervivencia. Extrapolando los números, el cerebro humano tiene 86.000 millones de neuronas, con lo que el número de conexiones que se pueden establecer entre ellas es enorme, gigantesco, casi inabarcable. Esa es la razón fundamental por la que hasta ahora ha sido imposible crear un mapa de nuestro encéfalo para aproximarnos a su funcionamiento.

Esa falta de información provoca que sobre el cerebro haya un buen número de mitos, como el hecho de que solo usamos el 10% de nuestra capacidad cerebral. Falso. Sería un desperdicio enorme no aprovechar el 90% de un órgano tan importante para nuestro día a día. Ese porcentaje queda desmontado con un simple análisis del consumo energético del cerebro. Es el órgano que más alimento necesita porque es el que tiene una actividad mayor. No solo eso, el cerebro también hace mucho trabajo de forma inconsciente, que a primera vista puede pasar desapercibido, pero que supone un importante gasto energético.

También existe cierto misticismo sobre el reparto de las tareas de los hemisferios cerebrales. Son dos, uno derecho y otro izquierdo, y están unidos por lo que se conoce como el cuerpo calloso, que es el que se encarga de repartir las conexiones entre ambos. El mito parte de que se suele decir que aquellos que utilizan más la parte derecha están más dotados para la creación artística; mientras que aquellos que tiran más del izquierdo son mucho más analíticos, usan más la sesera por decirlo de una forma más llana. Pero, aunque la afirmación tiene una parte de verdad, no es del todo cierta. Un buen ejemplo, de que los hemisferios hacen de todo es el lenguaje. Sin lugar a dudas, la capacidad más distintiva del ser humano y la que lo hace destacar por encima del resto de las especies animales. En líneas generales la habilidad para hablar (para producir y articular) y la de comprender lo que los demás dicen está muy basculada hacia el lado izquierdo, la zona analítica. Allí residen las conocidas como área de Broca y de Wernicke, que si por cualquier circunstancia de la vida se lesionan, pueden causar importantes problemas en el habla. Pero hay estudios neurocientíficos que demuestran que no todo está tan apilado para ese lado como se pensaba. Algunas funciones básicas del lenguaje como la entonación y la intensidad dependen de la parte derecha del cerebro.

Una curiosidad. Hay otros estudios que dicen que las personas con una mayor capacidad creativa suelen ser más atractivas para el otro género. Curiosamente, esta generalización no es exclusiva de los seres humanos, también hay muchas otras especies animales en las que el de la creatividad es un factor determinante a la hora de buscar una pareja. Pese a los avances, el cerebro tiene aún más zonas oscuras que claras. Hace ya unos cuantos años (cuando aún se desconocían muchas funciones cerebrales), en 1981, el físico estadounidense Emerson Pugh dejó una frase para la reflexión. Dijo que "si el cerebro humano fuera tan simple que pudiéramos entenderlo, nosotros seríamos tan simples que no lo entenderíamos".

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