Lo más admirable de la moción de censura

Reflexiones sobre la iniciativa Vox-Tamames

Ramón Tamames, en el Congreso.

Ramón Tamames, en el Congreso. / Xuan Xosé Sánchez Vicente

Xuan Xosé Sánchez Vicente

Xuan Xosé Sánchez Vicente

En general, ni antes ni después han sido muy favorables las opiniones sobre la moción de censura Vox-Tamames, aunque ha habido excepciones. Permítanme un repaso.

Se pueden sintetizar así las censuras a la censura: convertía el Congreso en un circo; no iba a ser triunfadora; se criticaba al candidato por su edad o por su ego; la moción iba a representar un impulso al Gobierno y sus satélites; el más perjudicado por la moción sería el PP, quien, velis nolis, sería al final el damnificado.

He aguantado la mañana del martes desde la primera hora hasta las tres de la tarde. Permítanme algunas reflexiones tras esa experiencia de seis horas.

Sobre el "circo" y los debates parlamentarios. En ningún caso la iniciativa Vox-Tamames podía empeorar el criterio que los ciudadanos tienen sobre las Cortes. El Parlamento es siempre un circo, con sus "regidores" profesionales, que, como en las televisiones, señalan a los asistentes cuándo hay que aplaudir o abuchear. Por otro lado, el debate, especialmente desde que enseñorea el hemiciclo Pérez-Castejón, es siempre un diálogo no diálogo, un diálogo por el método Ollendorf, como afirmó el señor Tamames rescatando un viejo concepto (ya saben en qué consistía: "¿Tienes la mesa grande del almacén de tu tía?" "No, pero tengo el sombrero azul de tu prima". En cristiano: "Falando d’escopetes, San Fernando tenía un carru").

Respecto al éxito previsible de la moción, hay que señalar que todas las hasta hoy presentadas, seis en total, lo hicieron sin perspectivas de ganar, incluida la triunfadora de Pedro Sánchez, al que únicamente un quiebro inesperado de última hora del PNV dio el triunfo.

El discurso del candidato (cincuenta minutos, tono apacible) tuvo una introducción de tipo histórico (sobre la expansión de España por América, por ejemplo), habló correctamente sobre la Memoria Democrática y la República, para después plantear, entre otras, una serie de cuestiones de no poca enjundia: la oscura cesión del Sahara a Marruecos, la eliminación del delito de sedición, el crecimiento desorbitado de la deuda, la anomalía de la tasa de desempleo, el despilfarro de dinero. Señalaré particularmente una que me parece importante: el unánime rechazo del concepto de autodeterminación en la elaboración de la Constitución. Naturalmente, a nada de todo esto contestó el Presidente, o dio datos que sólo en parte correspondían a la cuestión.

La perorata de don Pedro Sánchez (una hora cuarenta minutos) tuvo como eje fundamental (al igual que la de doña Yolanda) la igualación de PP y Vox (como si la moción fuese conjunta) y la comparación de las políticas "expansivas" de su gobierno con las de los recortes de Mariano Rajoy, en una ficción argumental que obvió el desastre zapateril y sus recortes en pensiones y salarios de funcionarios (don Pedro mintió con la cabeza que él hubiese votado la congelación de pensiones de Zapatero), la crisis financiera mundial, el desastre de las cajas de ahorro y la recuperación posterior con Mariano Rajoy tras los más duros años de la crisis. Todo ello, adobado continuamente con dos viagras excitativos para su parroquia, el cambio climático y el feminismo.

La presentación de Yolanda Díaz como cabezalera de Sumar duró una hora larga y vino a repetir el esquema argumental de Pedro Sánchez, con una mayor incidencia en el trabajo y el empleo. Su oratoria, enfática y reiterativa, es un poco de clase elemental para iniciados en un cursillo de salvación. Por cierto, no quiero dejar de resaltar una parte de su discurso, con que vino a realizar una enmienda de totalidad a Tamames, a la Transición, y a nuestra historia: la democracia no la trajeron ni Suárez, ni el Rey, ni Carrillo, ni los hombres y mujeres que habían hecho la República y la Guerra y que apostaron por superar aquella división fratricida; ni Europa, ni la coyuntura histórica, ni…: la trajeron los sindicatos y los trabajadores. ¡Laus Deo!

Tengo que señalar que Abascal fue un auténtico grosero con el candidato. Dos horas y media se lio con Sánchez, quitando el protagonismo a quien él había puesto de candidato y de expositor de argumentos. ¡Qué falta de educación!

Queda, para terminar, el cui prodest?. ¿A quién benefició y a quién perjudicó el acto? ¿A Vox, al PSOE, a Yolanda-Sumar, al PP? Cada uno de ustedes tendrá, sin duda, su opinión, y, a lo mejor, los efectos de todo ello, pasados unos días, son ninguno.

La había anunciado arriba. ¿Lo más admirable de la sesión? Sin duda, la próstata de don Ramón. ¡Seis horas, a sus ochenta y nueve años!

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