Que vote el "Boombastic"

Francisco García

Francisco García

Matinal electoral en un Oviedo gris que empezaba, a mediodía, discretamente a solearse. Goteo permanente de votantes en los colegios electorales y paseantes atropellados en El Fontán que pululan alineados entre puestos de venta de ropa barata sin marca, libros de viejo, ramos de flores y antiguallas de utilidad carente.

En las terrazas del Riego y el Antiguo, camino de la estación del ferrocarril o la de los Alsa se dejan ver, calle Uría abajo, decenas de jovenzuelos y chavalinas haciendo rodar, cansinos y ojerosos, sus troles y maletas de regreso a casa tras unas jornadas frenéticas en el redil del “Boombastic”, ese festival que convierte cada verano a Llanera en epicentro de un terremoto de decibelios frenéticos y epilépticos bailoteos.

El Boombastic es un invento memorable de un maestro de la chistera, el gijonés Marino González Rozas, capaz de sacar leche de una alcuza y de convertir un erial en escenario grandilocuente que a vista de pájaro parece Wembley el día del concierto de “Queen” por culpa de Bizarrap. O de un tal Quevedo que no parece emparentar con el autor de “El Buscón”, en impresión de un vejestorio de gustos clásicos como el que suscribe, que no llega más allá de Vetusta Morla, Lori Meyers y El Kanka.

Marino, que antes del “boom” llanerense ya puso en la picota a Asturias con “Metrópoli”, un festival de otra galaxia, apuntaba a “jedi” desde sus inicios, cuando organizaba conciertos de mucho ruido en el Savoy, en la gijonesa calle Pelayo. De esa época procede el nombre de su productora, “2 Monkeys”. Se lo puso Félix “Explosión”. Los dos monos eran Marino y su socio, Iker González.

Los chicos del “Boombastic” botaron durante tres noches seguidas en Llanera y una vez recompuestos de la reseca muchos de ellos retornaron a sus lares a votar. Para muchos de ellos, Marino el conseguidor es un genio, un “crack”. Si se presenta a las elecciones, en esa franja de edad seguro que arrasa.

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