Adiós a un protagonista de la vida campesina

La muerte de Angelín el de Ayones deja a Asturias sin un referente indispensable del medio rural

Fernando Canellada

Fernando Canellada

La muerte de Ángel Menéndez Suárez, "Angelín el de Ayones", el pasado viernes, a los 83 años, deja a Asturias sin uno de los paisanos que se hicieron indispensables en el medio rural. Se ha ido un protagonista carismático de la vida campesina, sindical y política, al que se respetaba su visión y su experiencia como también su discreción y mesura en todo lo que participaba. Paisanos así se hacen indispensables en la sociedad asturiana. La vida le exigió compromisos en muchos frentes y no rehuyó ninguno de ellos. Nunca negó la opinión ni el consejo requeridos.

Vinculado a las mejores iniciativas de su tierra, ha sido uno de los líderes de una generación modernizadora sin perder la identidad tradicional. Vicepresidente de la COAG de Asturias, acabó su vida pública como presidente de la Asociación de Personas Mayores del Medio Rural "Campo Solidario".

Después del recordado socialista Honorio Díaz, no hay nadie que haya ejercido un papel comparable al suyo en el campo asturiano. Impulsor del cooperativismo y del sindicalismo, de agrupaciones de ganaderos, y miembro de la Unión de Campesinos Asturianos (UCA) desde 1974, el compromiso de Angelín procedía de su fe en Dios, que le llevaba a comprometerse contra las injusticias que vivían los campesinos. No solo en la mejora de la producción de leche y su dignificación, sino también en la reivindicación de mejoras educativas y sanitarias para un campo olvidado. Entre comunistas y socialistas, su compromiso de militante deja una semilla de rectitud moral, bondad sin límites, generosidad y humildad.

En los días de su muerte es de justicia recordar un episodio de hace treinta años. En el IV Congreso de la Unión de Campesinos Asturianos, en Perlora, pugnaban un sector crítico entre cuyos líderes destacaba Angelín el de Ayones, como fundador del grupo La Boroña, que tomaba el nombre del restaurante ovetense donde se reunía, y un sector oficialista de los herederos de Juan Cofiño, el hoy presidente de la Junta General y en aquel tiempo exsecretario general de UCA.

Los campesinos, con una organización de 1.200 militantes repartidos por la mayoría de los concejos, habían apuntalado el éxito del socialismo en las urnas y se articulaban en un sindicato unitario, democrático y progresista, una Unión que tras la salida de Cofiño, diputado del PSOE por el oriente asturiano, encaró 1992 con el joven Juan Manuel Antón Cano, de Valdés, como secretario general, y con José Calvo, padre del hoy superconsejero socialista Alejandro Calvo, como "número dos". La crisis de La Boroña no solo rompió el sindicato sino también abrió grietas en el Grupo Socialista en la Junta General. Dos conceptos sindicales se midieron. Más o menos dependiente del hegemónico aparato socialista. La vinculación a la Unión de Pequeños Agricultores de UGT fue uno de los motivos de ruptura. El grupo de La Boroña, con el gijonés Oscar Sirgo al frente y Angelín el de Ayones entre otros sobresalientes ganaderos de leche, optó por desmarcarse de los socialistas y unirse a la COAG, más a la izquierda y más crítico. La pugna en el congreso de UCA llegó a movilizar a los entonces curas de Ayones y Labio (Salas), José Manuel Álvarez y Jesús Manuel Álvarez, que criticaban a los que "trapicheaban políticamente con el control de UCA" y pedían a personas como Angelín que dijeran "basta" en la organización agraria para recuperar el espíritu de "antes de Cofiño". El hoy presidente de la Junta General, joven diputado entonces, compartía escaños socialistas junto a Manuel Valdés, que se alineaba con su amigo de Ayones y vecino valdesano. Cofiño dejaba atrás su pasado sindical como eficaz secretario general de la Presidencia del Principado con Juan Luis Rodríguez-Vigil.

Benigno Fernández Fano, que de aquella tutelaba el campo asturiano desde la Consejería de Medio Rural que dirigía Felipe Fernández, ha glosado el máximo reconocimiento al ganadero valdesano Ángel Menéndez. Angelín se ganó el afecto de los suyos y la garantía de una larga memoria por sus servicios a los campesinos. Forma parte de la mejor historia regional. A diferencia de Cofiño, Fano y Felipe Fernández, muy presentes en la vida pública, ya es historia Angelín el de Ayones. Descanse en la gloria eterna.

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