La modernización del campo

Un recuerdo a los agentes de extensión agraria

La modernización del campo

La modernización del campo

Óscar Luis Alonso Cienfuegos

Óscar Luis Alonso Cienfuegos

In memoriam Santos Muñiz Rodríguez

Creo que nadie duda del papel fundamental de la actualización y la modernización en cualquier actividad económica para contribuir a su mantenimiento a lo largo del tiempo, ya que para ello se necesitan cubrir, al menos, ciertos requerimientos básicos, no solo a nivel técnico o productivo, que justifiquen su rentabilidad económica, sino entendiendo también esa rentabilidad en términos más amplios, que podemos denominar de carácter social y de bienestar para quienes la realizan. Y esa actualización pasa siempre por la incorporación de las nuevas tecnologías, fruto de la investigación y la innovación, aunque, a poder ser, sin efecto desplazamiento de las tecnologías previas que sigan siendo válidas y óptimas en cuanto a eficiencia.

Esto ha sido así desde siempre, aunque el ritmo de cambio e intensidad, y especialmente de necesidad, ha sido variable en el sector primario, haciéndose casi urgente en territorios y momentos históricos como los coincidentes con el desarrollismo que tuvo lugar en España a partir de los años 60 del pasado siglo XX.

Los agentes de extensión agraria fueron los encargados de impulsar, fomentar y dirigir esa modernización en una época en la que las zonas industriales tomaron una preponderancia en la mentalidad colectiva a costa de despreciar lo rural y pueblerino, presentándose la urbe como alternativa de éxito social y modernidad, frente al supuesto fracaso asociado al atraso del pueblo, incidiendo así en una ficticia dicotomía basada en la supuesta incompatibilidad de ambos conceptos, aunque lo cierto es que son dos partes complementarias e interconectadas de la misma realidad, sin que ningún modo de vida o proyecto vital asociado a ningún espacio tenga nada que desear per se a otro. Y este enfoque que marginaba lo rural para primar lo urbano e industrial, erróneo a mi entender y una de las causas fundamentales de la actual despoblación rural, predispuso a los agentes de extensión a trabajar en extender una idea que iba contra la corriente de pensamiento dominante, difundiendo que el campo tenía futuro y permitía desarrollar proyectos económicos, sociales y vitales modernos y vanguardistas, al mismo nivel que en cualquier ciudad o zona industrial.

Dentro de los agentes rurales excelentes estaba Santos, "el de la agraria" de Pola de Lena, que lamentablemente nos ha dejado recientemente. Fue un referente con una evidente vocación de servicio público

Independientemente de que algunos buenos agentes siguiesen la senda de una acertada modernización que integraba los avances con respeto hacia las técnicas tradicionales, sin desplazarlas, apostando especialmente por la diversificación y la formación como elementos integradores de los colectivos que garantizaban el futuro del campo, que eran las mujeres y los jóvenes, y a pesar de que algunos otros agentes menos buenos, que también los había, se centrasen en fomentar exclusivamente la hiperespecialización e industrialización de las explotaciones, sin considerar su esencia ni su entorno, que desplazaba muchos conocimientos y elementos de gestión sostenibles, de carácter tradicional, que seguían siendo muy necesarios, lo que supuso un evidente error, es cierto que virtudes como la cercanía, la alta capacidad de transmisión, de desarrollo de proyectos o de liderazgo convertían a muchos de ellos en un activo de servicio público a disposición del agricultor que fue un referente a nivel comarcal y local en sus respectivas áreas de competencia. Posteriormente pasaron a ser agentes comarcales de las distintas oficinas de la Consejería de Agricultura de cada comunidad autónoma, una vez fueron transferidas las competencias a las mismas y se disolvió el Servicio de Extensión Agraria a nivel nacional.

Y dentro del grupo de los no solo buenos, si no excelentes agentes rurales estaba Santos, "el de la agraria" de Pola de Lena, que lamentablemente nos ha dejado en fechas recientes. Era grande la amistad y compañerismo entre mi padre, Óscar Alonso y Santos Muñiz, fruto del respeto y admiración profesional, y sobre todo personal, que se tenían. Ambos fueron referentes en sus zonas de actuación y desde mi punto de vista genuinos agentes, con una evidente vocación de servicio público, por lo que estaban abocados a entenderse y a apreciarse. Santos era una persona que realmente estaba en los momentos difíciles, con la sinceridad de quien te apoya con verdadera empatía y te acompaña tanto en las duras como en las maduras.

Es por esto por lo que tras su fallecimiento he recordado la importante figura de los dinamizadores comarcales y locales, ya sean sectoriales o territoriales y la importancia del capital humano, inversión mucho más rentable que la que se realiza en capital fijo o infraestructuras. Estas últimas han copado el gasto público en las últimas décadas y aunque son necesarias creo que han llegado a un nivel suficiente como para plantearse dar prioridad de una vez a nuevas formas de financiación que apuesten por el talento y la capacidad en el medio rural, porque por muchas carreteras, edificios o parques que hagamos, si falta quienes los ocupen, servirán de poco. La formación, la investigación y la atracción de talento son los pilares fundamentales para el desarrollo de los territorios.

No sé si es una cuestión de edad o de perspectiva vital, pero desde un tiempo a esta parte tengo la sensación de que nos dejan un montón de personas dignas de elogio y admiración, aunque no exentas de humildad, con una trayectoria de aportación social muy alta y parece difícil cubrir, en términos sociales (ya que en el plano personal es imposible), el hueco que dejan. Para intentar hacerlo debemos empezar por difundir, para luego recordar, su trayectoria y considerar que el trabajo bien hecho debe ser reconocido por justicia, por merecimiento y por necesidad, ya que es una forma de que perduren y se perpetúen personas excelentes, a modo de ejemplo para los que aquí seguimos, como en este caso los líderes y referentes comarcales que fueron los buenos agentes de extensión agraria.

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