Lo que hay que oír

El ministro de cultura es un cabo

De "Les Luthiers" a un destituido segundo entrenador del Espanyol y otras anécdotas

El ministro de cultura es un cabo

El ministro de cultura es un cabo

Francisco García Pérez

Francisco García Pérez

El ya destituido segundo entrenador del RCD Espanyol, Mario Fernández, tenía como cometido, entre otros, analizar el juego de los rivales del equipo perico para así contrarrestar sus virtudes y minimizar defectos propios. Pero, ay amigo, no hay cosa peor que enchufarle un micrófono a quien se ha llenado hasta las cachas del neolenguaje futbolístico que acaba con los aficionados y dice ná para no decir ná. Respaldado (literalmente) por la publicidad, habló así del Éibar que tal era el contrario ese día. Habló de "la génesis de su buen rendimiento". Nos explicó que el conjunto armero "tiene dobles ubicaciones en las cuartas alturas" (debe de meter miedo jugar en Ipurúa). Además, "son capaces de progresarte con tu orientación y contra tu orientación". Los azulgranas "tienen pie en la base y asociaciones lejanas". Incluso "te pueden encontrar el profundo de lado" lo que quién sabe qué puede llegar a ser. No hay nada como enlogarse para hacer el más profundo ridículo. No ganó el Espanyol. Mario Fernández, ese Demóstenes del césped, a casa.

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No hay cosa peor que enchufarle un micrófono a quien se ha llenado hasta las cachas del neolenguaje futbolístico que dice ná para no decir ná

Argentina nos trajo la genialidad de la vuelta de la vuelta de la vuelta de la lengua: "Les Luthiers". Veo estos días que juran y juran y vuelven a jurar los nuevos ministros con grande pompa y con grandes frases. ¿Todos y todos (y todas)? Recuerdo la parodia lutheriana de un noticiario argentino de aquellos imprescindibles tipos sobre una presunta "toma de juramento" dentro del apartado de "Actualidad Latinoamericana". Decía: "El presidente de la hermana república de Feudalia, mariscal Manuel Anzábal, toma el juramento de práctica a nuevos ministros, en una ceremonia que se lleva a cabo en el circo estatal capitalino". (Ya van viendo ustedes la mofa). Sigue la voz: "Juran los nuevos ministros". Y ahí viene la tracamundana: "De salud pública, general Roberto Freggioni". (Bueno, la salud pública tiene un pase para un general...). Pero "De agricultura, contralmirante Esteban Rómulo Capdeville". Hombre, un almirante al cargo de la agricultura... Y siguen: "De vías navegables, brigadier Jorge McLennon". Hombre, un gran mando de las fuerzas aéreas al frente que lleve la navegación. Y, claro, "Les Luthiers", genializan. ¿Otro prohombre al frente de Cultura, otro gran prócer? No, nada de eso: "Y de educación y cultura, cabo 1º Anastasio López". Así estuvieron y estamos.

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Leo en un diario del siempre ingenioso Iñaki Uriarte las palabras que recogió al prodigio de actor que es Michael Caine en una entrevista realizada durante un pasado Festival de Cine de San Sebastián: "...Uno nunca deja de ser pobre. El que ha nacido pobre, lo será siempre, es una extraña inseguridad que permanece". Qué cierto es. Paseando por el Parque de Oviedo, un muy famoso escritor y amigo, me sujetó por el brazo, detuvo mi andar y me espetó: "Tú, que eres pobre como yo, ¿no sientes de vez en cuando una comezón interior, un odio indefinido hacia la otra clase, de escalón económico superior? Pues que sepas que se llama rencor de clase. Yo lo tengo, y no sabes con que furor me ataca".

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Muy triste la frase de este semana, no menos cierta por ello o a causa de ello. "Envenenamos la vida de las personas que más amamos. A las personas indiferentes, no les hicimos, quizás, ningún daño, precisamente porque lo eran, porque no habíamos entrado en su vida. En cambio, amargamos la vida a las personas que más amamos". Piense en alguien y a lamentarse tocan.

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