Sol y sombra

¿Indultar a quién?

La ministra Portavoz, Pilar Alegría,

La ministra Portavoz, Pilar Alegría, / Alberto Ortega - Europa Press

Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

Se mire por donde se mire, la política española es un disparate tras otro cometido por seres absolutamente disparatados y a ratos peligrosos. El desvarío crece, además, hasta niveles insospechados coincidiendo con las campañas electorales que tienen como objeto sembrar mayor confusión de la que ya existe en cualquier otra circunstancia. Esa lumbrera portavoz del PSOE quiere saber ahora, tras un desliz de Feijóo, qué es lo que este pactó en sus contactos con Junts. Nada, evidentemente, dados los frutos, salvo que dentro de las conversaciones entre los independentistas y el Partido Popular estuviera investir a Pedro Sánchez. Pese a los esfuerzos de los populares por ser ellos mismos los que ponen obstáculos en su camino, no me atrevo a pensar que fuera así.

No deja de ser un dislate que Pilar Alegría tenga tanto interés en averiguar si Feijóo le ofreció a Puigdemont un indulto condicionado a cambio de ser investido, cuando su jefe resultó serlo a cambio de una amnistía que los socialistas negaron reiteradamente hasta por fin plegarse a las exigencias del prófugo. Llegados a este punto, ¿qué interés podría tener aclararlo salvo desacreditar al adversario por su torpeza a las puertas de unas elecciones en Galicia? Puede, lo desconozco, que a cambio de ser presidente el líder de los populares le ofreciese la oportunidad a Puigdemont de ser indultado tras previa condena por sus delitos, al igual que sucedió con otros dirigentes del procés perdonados por el propio Sánchez. De ocurrir así, lo más probable es que el prófugo rechazase esa posibilidad para inmediatamente tantear al candidato socialista decidido, como se vio, a evitarle el trago de entregarse a la justicia, borrando el delito y ninguneando a los jueces para directamente amnistiarlo esquivando la Constitución y burlando la separación de poderes en una democracia. Así las cosas, el supuesto indulto, superado hace tiempo por la aberrante amnistía, es simplemente anécdota, salvo para los necios y cínicos que insisten en convertirla en categoría.

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