Opinión | Bienestar animal

El futuro del lobo en Europa

El ataque al poni de Von der Leyen y la ofensiva para rebajar la protección de una especie amenazada

Covadonga Fernández Dos Santos es letrada del Ilustre Colegio de Abogados de Oviedo

La decisión sobre la propuesta elevada al Consejo por la Comisión Europea de rebajar la protección del lobo en la Unión Europea ha sido temporalmente pospuesta. Esta decisión tiene divididos a los Estados miembros: muchos se oponen o tienen dudas, y existen preocupaciones sobre la falta de datos y evidencias científicas que avalen la medida.

La iniciativa se ha visto cuestionada también por la opinión pública. Una reciente encuesta realizada por el Eurogrupo para los Animales demuestra que el 68% de los habitantes de las comunidades rurales de nuestro continente piensa que los lobos deberían seguir estrictamente protegidos y el 72% está de acuerdo en que tienen derecho a coexistir con los humanos. Los encuestados españoles se encuentran entre los que más apoyan la presencia (78%) y protección (73%) de estos grandes carnívoros, por los beneficios que aportan a la biodiversidad, al control de poblaciones y contagio de enfermedades y, en suma, a la conservación de los derechos ambientales de las generaciones futuras.

Y es que desde que en septiembre de 2022 un lobo conocido como GW950m accediera a una finca propiedad de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y atacara, para alimentarse, a una anciana poni que aquella mantenía como mascota, la estricta protección del lobo dispensada por el Convenio de Berna del Consejo de Europa (por cierto, el más antiguo del mundo en el campo de la conservación de la naturaleza) y por la Directiva de Hábitats de la UE, se encuentra en su punto de mira.

GW950m parece haber conseguido escapar de las (al menos) tres condenas a muerte a que le han sentenciado los Tribunales de Hannover levantando provisionalmente la veda para su caza. No así otros cánidos confundidos con aquel y que han corrido peor suerte.

La Presidenta ha decidido ahora agudizar su ofensiva llegando a afirmar que la concentración del lobo en algunas regiones europeas es un peligro no solo para el ganado, sino también para el ser humano; y, ello, aunque no se hayan registrado ataques de estos animales a humanos en más de 40 años y que el riesgo para las personas se estime menor que el de cualquier otra especie silvestre o doméstica.

Hasta la fecha ningún presidente de la Comisión había propuesto rebajar el nivel de protección de una especie amenazada en un foro internacional. Y aunque en 2022 la UE rechazó la moción de Suiza de degradar el estatus del lobo, porque entendía que no había alcanzado un grado de conservación suficiente; y que, a principios de 2023, 12 Ministros de Medio Ambiente de la Unión (entre ellos, España) reclamaron al Ejecutivo que no debilitara la protección del lobo y promoviera políticas de compensación más justas y ágiles, debemos advertir con perplejidad cómo las instituciones europeas se han convertido en el escenario de un cuento de los hermanos Grimm.

Estigmatizar y perseguir al lobo feroz desvía la atención de los problemas mayores que enfrentan los ganaderos, acosados por los precios impuestos por las empresas alimentarias, la falta de inversión y de relevo generacional, los cambios en el consumo, las enfermedades infecciosas de los animales…

Matar más lobos no hará que estos problemas desaparezcan.

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