Opinión

Ante todo, mucha calima

De política y cielo embarrado

De pronto el cielo rojo. La calima interrumpe la tarde y se cuela también en las conversaciones, en las redes sociales y en los periódicos. Tal vez a un poeta le inspire un soneto o un verso. Desde el balcón, qué haríamos los columnistas sin un balcón, uno contempla la bóveda rojiza que nos cubre y se pregunta cómo adjetivaría esto Josep Pla, del que acaba de salir una monumental biografía. A Pla le gustaba buscar adjetivos mientras liaba un cigarrillo y miraba el paisaje desde su masía. A mí solo se me ocurre comparar lo que se ve alzando la vista con el paisaje con el de Marte, planeta que uno no conoce pero que ha visto mucho en esos canales temáticos que de madrugada nos explican a qué peligros está expuesta la Tierra y cuáles son los extraterrestres que están entre nosotros.

Mucha calima, pero no lluvia, el cielo embarrado como imitando a la política. El cielo que pareciera amenazar y empequeñecer a los viandantes, que caminan hacia el gimnasio, hacia sus casas, al médico, a la cofradía o al encuentro de una cita de Tinder. De pronto uno de ellos, traje y bolsa de unos grandes almacenes, detiene su trotar cansino y mira hacia arriba. Luego saca el teléfono y comienza a hablar. Es un corresponsal en la calima, un enviado especial a lo especial. Quizás al otro lado alguien de Pakistán, Móstoles, Londres o Quito recibe una detallada descripción, crónica, de lo que está sucediendo. Aparto la vista, entro de nuevo en casa y busco explicaciones a este fenómeno. La calima espolea la curiosidad y navegando, navegando va uno a dar con una página dedicada a la correcta reparación del delco en los automóviles fabricados antes del año 2015. La dispersión era esto. La calima es una nube de polvo sahariano en suspensión, aunque de menor intensidad de la que vimos en 2022, que también fue en marzo. Si abril es el mes más cruel, marzo es el mes calimoso, calimasista, raro y por desgracia, este, también, secorro. Socorro y auxilio vamos a necesitar para que llueva. Tal vez lo consiga el papa Francisco rezando después de su entrevista con Juanma Moreno, que lo ha puesto al día de nuestro estado medioambiental.

La tarde se muere y no sabemos si la negritud de la noche absorberá el rojo parduzco del cielo. Interesante lucha cromática rojinegra.

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