Opinión
Ni tigres ni gatos, linces de la ley de montes
A vuelta con los incendios forestales en Asturias
De ayer para hoy, salen sus señorías de la Junta General del Principado irónicos de la penúltima modificación de la Ley de Montes y Ordenación Forestal 3/2024.
Ironía porque unos entraron a modificar la Ley como un «tigre», por el Gobierno, y al final se quedó en «gatín»; si bien la oposición de la oposición cita al dichoso gato que sale con las «uñas afiladas». Hay pa’ todos.
Muy faunístico, pero las treinta mil hectáreas incendiadas en la primavera del año 2023 están ahí para ver los rescoldos, tierra quemada desde Tineo a Valdés. Y encima con citas felinas. Estamos los votantes contentos, como para meterse en gateras.
El amojonamiento y deslinde que hay en toda esta extensión quemada quedó tipificado cuando cada propietario o régimen de mano común cuantificó las pérdidas para pedir resarcimientos tras los daños del incendio en una zona tipificada como de Alto Riesgo. De Asturias pocas zonas se libran de esta calificación.
La reforma es, pues, una cuestión del «cómo va lo mío» cuando lo que está en juego es la sostenibilidad y la salud del territorio de Asturias, de sus habitantes.
Este ciclo de «corta y pega» legislativo se asemeja al ciclo de tala de árboles, desde el referente, Ley de Montes de 1957, cuyo «fuste» engordó hasta la Ley 43/2003 y las posteriores modificaciones, lejos de frenar la recidiva aparición de incendios forestales enferma y pone en riesgo a las poblaciones, pues afectan de lleno a nuestra salud.
Han pasado veinticuatro años desde que todas las partes implicadas, no en la propiedad de montes, en los incendios forestales, fuimos llamados a comparecer en la Junta General del Principado para el Proyecto de Ley 9/2001 denominado «Ley Bomberos de Asturias».
Hay que leerse esas comparecencias, el acta, para ver que los motivos son los mismos: ¿quién quema el monte y quién lo apaga, o lo paga, una vez quemado?
Tigres, gatos, o «linces» que pelean panza arriba sus intereses, deben tener presente que vamos camino de una desamortización ambiental, es decir, si tienes un monte privado, mancomunado o medio pensionista estás en la misma tesitura que la propiedad horizontal de viviendas.
O sea, si le cae una teja a un viandante debes tener un seguro de responsabilidad civil. Si se quema tu monte por no mantenerlo tendrás que asumir esa corresponsabilidad inherente a la desamortización del aire, la tierra y el agua. Sintiéndolo mucho, lo abiótico y biótico son todos los habitantes de Asturias.
¡Apaga y vámonos!, pues al final, leyendo la actual Ley de Montes, modificada, los únicos que tienen obligación de tener seguro de responsabilidad son los Bomberos. Pa’ encima.
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