Opinión

Un museo del siglo XXI para La Vega

Los patrimonios materiales y sociales de las Fábricas de Armas como recursos

Carmen Adams es Catedrática de Patrimonio Cultural para Turismo en la Universidad de Oviedo

Dentro de los inmensos espacios y naves liberados en la Fábrica de La Vega va a caber casi todo. Por ello, resulta curiosa la polémica sobre si va a ir esto o aquello. Lo complicado, creo yo, va a ser llenarlo. Así, escuchar las demandas y las opiniones de los que están pensando en la cosa, parece un ejercicio sano.

Y yo escuchaba estos días con atención al Delegado del Ministerio de Defensa en Asturias, coronel González, un militar de aquellos cultos y viajados que tan necesarios resultan en tiempos de paz. Él me hablaba de todo el patrimonio material inventariado de las dos fábricas, de La Vega y de Trubia: de máquinas y artefactos. También, de los otros patrimonios allí custodiados, los intangibles: los de la pedagogía, la innovación, el papel social, la integración de la mujer… de tantas cosas y con tanta pasión lo contaba, que merecía la pena reflexionarlo. Apuntaba el coronel la posibilidad de musealizar lo que de social han aportado las fábricas de armas. Me hablaba de progreso.

Porque un museo de las fábricas de armas supondría un recurso valioso para consolidar una identidad regional basada en la modernidad y los avances de las ingenierías. Se podría generar un icono singular con el objetivo de representar el compromiso del ejército con la modernización y la sociedad

Publicaba yo hace ya diez años un trabajo titulado "La costa oriental de Asturias. Los museos infinitos. Musealizar el despropósito" en el libro Espacios Portuarios y Villas Costeras, coordinado por la profesora Soledad Álvarez. Artículo que releo y suscribo plenamente hoy. En él exponía la insensatez del despilfarro económico que ha supuesto la proliferación de espacios expositivos sin sentido en la región. Derroche además nominativo para nula semántica: Aula de interpretación, Museo, Centro de interpretación, Aula didáctica, Centro de recepción… son algunas de las intercambiables denominaciones que reciben estos recintos destinados a no se sabe qué.

Las cifras resultan apabullantes, sobre todo si se considera la cuando menos difusa rentabilidad: 900.000 euros costó el Museo de la Sidra de Nava, 780.000 el Aula Didáctica del Ídolo de Peña Tú (un lugar tan misterioso que nunca está abierto), 600.000 el Centro de Interpretación del parque de Redes… y así todo.

Por supuesto que son necesarios museos (para exponer algo), centros de interpretación (para interpretar algo), aulas didácticas (para explicar algo); pero no así.

Es por ello, que la idea de abrir un nuevo museo en las instalaciones de La Vega debe acometerse como una posibilidad, una oportunidad y un futuro. Es decir, es preciso abordarlo desde la sensatez y la viabilidad.

Las preguntas a responder son muy concretas: ¿hay algo que exhibir?, ¿merece la pena?, ¿hay patrimonio novedoso que resultaría susceptible de generar atracción?, ¿hay sitio para ello?

En mi opinión a todo lo antedicho se puede responder afirmativamente desde un concepto de museo de y para el siglo XXI.

Museo del Ejército ya tenemos el de Toledo, con sus carencias y errores. No necesitamos además una sede complementaria de provincias; no parece tener sentido.

Lo que sí puede considerarse es la posibilidad de exponer lo que de novedad, tecnología y modernidad ha aportado el mundo militar a la vida cotidiana.

Sin olvidar en Asturias los logros relacionados con el paternalismo industrial que se recogían en siglo XIX en las principales publicaciones periódicas del momento. Así, por ejemplo, la revista "Nuevo Mundo" en 1897 destacaba junto a la importancia militar de la Fábrica de Trubia, el cuidado entorno de las instalaciones que, según se decía, "tiene jardines primorosos, paseos extensos y agradabilísimos para solaz de los operarios y sus familias en los días de asueto, y multitud de diversiones donde abunda una fraternidad que hace creer que allí reside una sola familia, resultando a pesar de su aspecto fabril, que se puede hacer una vida encantadora, convirtiendo el templo del trabajo en un paraíso".

El mundo de las fábricas de armas con sus avances tecnológicos, las novedades pedagógicas de sus escuelas donde se formaban profesionales demandados internacionalmente puede suponer un gran atractivo para visitantes, no hay más que pensar en recintos expositivos de tema militar bien planteados como el Imperial War Museum de Londres, con pluralidad de emplazamientos, con una concepción museística moderna, que integra la de centro de interpretación, dispone de archivos, biblioteca, archivo de historia oral, colección de arte, vídeos, fotos… y, por supuesto, armas, etc.

Por eso, porque hay patrimonio material: las máquinas; patrimonio inmaterial: los métodos pedagógicos, los avances tecnológicos, los logros sociales. Porque hay sitio, y además hay dónde, y porque en otros lugares este tipo de museos tienen demanda, un Museo de las Fábricas de Armas de Asturias es una ocurrencia que merece la pena pensar. Una diseño estratégico para convertir la idea en proyecto, acompañando la propuesta de la Delegación de Defensa podría ser un buen comienzo.

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