Opinión | Lo que hay que oír

Tres píldoras con sesgo de ranas y Veneno

Entre el hada del tiempo, una biografía de Juan Benet y el empobrecimiento del lenguaje

Tres píldoras con sesgo de ranas y Veneno

Tres píldoras con sesgo de ranas y Veneno / Pablo García

¿Saben ustedes a quiénes llaman los alemanes ranas del tiempo y a quiénes hadas del tiempo? Pues yo tampoco lo sabía. Resulta que leyendo el "Gabinete de curiosidades" de Joseph Roth (m. en 1939), en el capítulo titulado "Encuentro con el último azteca" me topo con la siguiente expresión: "Llevan la envidiable existencia de las ranas del tiempo" (pág. 97). Ignorante de mí, acudo raudo a la nota al pie, donde la benefactora (aunque también culpable de algún lapso de puntuación) Berta Vias Mahou explica: "El mito de la rana del tiempo se remonta a la observación de las ranas de san Antonio, que trepan por las plantas cuando hace sol. Eso se debe a que los insectos que les sirven de alimento vuelan más alto cuando aprieta el calor, lo que dio lugar a la absurda idea de que las ranas podían predecir el tiempo. Antiguamente, se colocaban ranas en frascos de cristal que contenían una pequeña escalera. Si la rana subía, anunciaba tiempo seco. Si se quedaba abajo, tiempo húmedo. Este mito apenas se conoce fuera del ámbito alemán [y aquí mi incultura anecdótica respiró tranquila], donde además a los meteorólogos o presentadores del tiempo se les llama en broma ranas del tiempo y a las presentadoras hadas del tiempo". Qué inútil saberlo, qué guapo saberlo. Qué agradable sería que un hada del tiempo de cierta televisión autonómica nos informase de que el viento rolará (o sea, variará de dirección) hacia el nordeste por la mañana y no el sinsentido que profirió: "El viento va a transicionar al nordeste por la mañana". Debe de ser que el decir de esa hada del tiempo transiciona de la transicionada transición a los transicionados vientos del transicionado nordeste. "¡El mundo se acaba, Flores!", que clamaba el Comendador de "Fuenteovejuna".

Qué agradable sería que un hada del tiempo de cierta televisión nos informase de que el viento rolará hacia el nordeste y no el sinsentido que profirió: "El viento va a transicionar al nordeste"

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El 3 de junio, publicará la editorial Renacimiento una biografía de Juan Benet, debida a la pertinaz labor de J. Benito Fernández, con el (anticomercial, dicen) título "El plural es una lata". Lleva, empero, subtítulo aclaratorio. Salgo mucho en sus páginas, quizá por ser un servidor quien primero en España sacó libro sobre vida y obra de Benet, quizá por haberle dedicado mi tesis doctoral, quizá por satisfacerme de la persecución informativa a que me sometió el bueno de Benito durante meses y en sesiones de mañana, tarde y noche, fuera y dentro de temporada, en ciudad, campo y playa. Leo, estos predías, lo que responde Juan Benet a Eduardo Mendoza, en el bar Plaza de Nueva York −testimonio recogido por Enrique Vila-Matas− cuando le preguntó qué estaba escribiendo al ingeniero de tanta obra civil, al novelista que abrió las puertas del Gran Estilo en España, al enemigo del argumento en la ficción: "Llevo 200 páginas de una novela y aún no sé de qué trata".

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Le plantea el periodista Pablo Gil al gran cantautor Kiko Veneno si cree que es accidental el empobrecimiento del lenguaje al que venimos asistiendo décadas ha. Responde el maestro: "No, es un empobrecimiento sistematizado y cultivado. El empobrecimiento en el lenguaje es una de las armas fundamentales de las estructuras económicas que dominan el mundo, para desubicar a las personas y desconectarlas. Primero, te desconectan de la naturaleza, de tu cultura, de la tradición y de la historia. Te desconectan del lenguaje para que no lo domines y tampoco lo aprecies, para que no tengas sutileza, para que no seas consciente de aquello a lo que te puede llevar esa desconexión. Es una labor muy calculada por parte del Poder. No es un problemas de ser más o menos culto. Su importancia radica en que te permite enterarte de las cosas. Si no lo dominas, te engañan continamente. Si no tienes un buen conocimiento del lenguaje estás indefenso y te puedes creer la primera patraña del político de turno. El lenguaje es sabiduría pura". Lo que vengo repitiendo en estas páginas hace 35 años ya.

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