Opinión

Úrsula o el caos

La política alemana como la auténtica ganadora de la selecciones

El pasado domingo votamos los europeos. Cuatrocientos cincuenta millones de almas que compartimos el proyecto político más exitoso que los Estados han inventado nunca para garantizar la paz y la prosperidad al mayor número de personas libres, la Unión Europea.

Cada vez que se ponen las urnas los ciudadanos opinan sobre los que les gobiernan, es inevitable, de ahí que toda elección tenga siempre repercusiones a escala local y si no que se lo pregunten a Macron o Yolanda Díaz. Pero esta vez conviene enfocar los fundamentales, porque estas elecciones han supuesto el embate más duro que la Unión ha sufrido en toda su historia.

Quien mejor lo explicó fue Úrsula Von der Leyen. Ella, la única y auténtica ganadora de estas elecciones salió, la misma noche electoral, a reclamar "estabilidad" para seguir el camino junto a las fuerzas pro europeas, pro Estado de Derecho y pro Ucrania. Una estabilidad, dijo, que permita "construir un bastión a izquierda y derecha contra los extremos" en la nueva Eurocámara y también en los equilibrios del Consejo Europeo.

Conviene recordar que la Europa unida es un invento de los democratacristianos, los socialdemócratas y los liberales europeos. Las tres familias políticas que han fraguado desde 1957 los grandes pactos que han hecho avanzar a Europa. Tras el 9J estas tres fuerzas suman en el Parlamento Europeo tan solo el 55%, sin sumar a los Verdes, el menor porcentaje del que han dispuesto nunca. De ahí la urgencia de Von der Leyen en reclamar el pacto pro estabilidad y pro Europa ante, quizá, la última oportunidad de mantener a la Unión Europea alejada de las garras del nacionalismo egoísta.

Los significativos avances de la ultraderecha en Alemania, Italia y Francia convierten en obligatorio el recuerdo de François Mitterrand y su discurso de 1995 ante el Parlamento Europeo, apenas un año antes de morir: "Señoras y señores: ¡el nacionalismo es la guerra! La guerra no es solo el pasado, puede ser también nuestro futuro, ¡y son ustedes, señoras y señores diputados, los guardianes de nuestra paz, de nuestra seguridad y del porvenir!". En la cartera que reciban todos los eurodiputados deben incluirse unos folios con este discurso aunque algunos lo dediquen a usos poco confesables.

Lo curioso es que en España, tan expertos en "bastiones", las palabras de Von der Leyen no parecen haber hecho mella en los líderes del centro derecha y centro izquierda, a pesar del indudable peso político con que cuentan en sus correspondientes familias políticas europeas. Nada de bastiones democráticos, lo que aquí se impone es acercarse a los extremos para usarlos como auxiliares en el acceso al poder. Muros y trincheras sí, pero frente a los más próximos, los que son y serán socios en Europa. Ese centroderecha y centroizquierda que en Europa suma un exiguo 55%, aquí llega al 65% (PSOE más PP) pero ni el menor atisbo de un mínimo pacto contra los extremismos.

Y ello a pesar de que ambos deberían haberse percatado ya de que su estrategia no es solo suicida para ellos sino, y eso es lo importante, para el país. Solo consiguen acumular impotencia tras impotencia. A estas alturas, el PSOE, que no dispone de mayoría hábil para gobernar, solo aspira a resistir en el poder, a ser segundo a costa de engullir a su izquierda y ser la minoría mayoritaria de un fantasmagórico bloque progresista que lucha contra los fantasmas del pasado mientras olvida el presente y se le escapa el futuro. Y el PP, empeñado en parecerse en España a los que combate en Europa, sigue sin despejar las grandes cuestiones de su relación con Vox, confiando en que el "antisanchismo" haga el resto: ¿Pueden aliarse y convivir el reformismo y la moderación con el rupturismo radical y populista?, ¿el europeísmo con la autarquía antieuropea?, ¿la aceptación de la pluralidad social con la negación de la diferencia?, ¿la voluntad centrista y de consenso con la voluntad de fractura y división? ¿la aceptación de la pluralidad territorial y el estado autonómico con el antiautonomismo?

Lo cierto es que estas elecciones que parecían cerrar un larguísimo ciclo electoral no han puesto fin a nada. En España, Feijoo ha ganado, sí, pero Sánchez no ha perdido. Lo único garantizado es que seguirá el desgobierno. Visto que los del 65% aquí no se van a poner de acuerdo y los discursos de Von der Leyen o de Mitterrand les seguirán sonando a chino, al menos aspiremos a que los que representan el 55% en Europa sí se pongan de acuerdo y defiendan el bastión de la democracia europea frente a los extremismos y al modelo del desgobierno español.

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