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El Patronato de la Obra Pía de Infiesto planea restaurar los retablos de la capilla

"Son obras únicas que se salvaron de la guerra", afirma la Fundación, que avanza que el estudio previo está casi terminado

Los retablos izquierdo y derecho de la capilla. C. CORTE

La capilla de la Obra Pía de Infiesto va camino de convertirse en uno de los espacios más visitados de Piloña. La apertura de la oficina de información en el mismo edificio que el oratorio, en el que también se encuentra un Museo del Reloj y la muestra permanente "Los 13 del Sidrón", ha rescatado del olvido una de las joyas menos conocidas del concejo. Y es que en su interior atesora tres retablos barrocos del siglo XVIII, tallados en madera policromada, de las pocas obras religiosas que se salvaron de la Guerra Civil en la zona, según explica el párroco local, Manuel García Velasco.

Por eso, el Patronato de la Fundación del Marqués de Vistalegre, que gestiona el inmueble, planea poner en marcha una restauración de los tres retablos. "Tenemos casi terminado un estudio exhaustivo que pronto daremos a conocer, porque se trata de unas obras únicas en Piloña que se salvaron en la guerra porque el capellán había sido tildado de rojo y masón y le respetaron la capilla. Requieren la máxima protección", cuenta el secretario del colectivo, Andrés Martínez Vega.

La construcción de la capilla comenzó a los pocos años de la fundación de la Obra Pía por el alférez real don Juan Blanco Pérez. El espacio consta de una nave, presbiterio y cabecera poligonal. La edificación se concibe adosada a las aulas. El hecho de que para entrar a ellas hubiera que pasar por la nave constituye un indicativo de la estrecha relación entre la enseñanza y el culto religioso en la época, según explica García.

La Colegiata se creó con la finalidad de contribuir a la formación de los jóvenes del lugar, a través de dos cátedras: Latín y Teología Moral. El prior y lectores del Convento de Santo Domingo de Oviedo seleccionaban a los capellanes, que además de a la enseñanza se encargaban de un número señalado de misas. La ayuda económica se estableció a través de pensiones a estudiantes y dote a jóvenes casaderas parientes del fundador o naturales de Piloña y Caso. La construcción de la capilla, dedicada a San Antonio de Padua, debió iniciarse en torno a 1752 y fue parroquia provisionalmente desde 1981, al separarse de la de San Juan de Berbio, hasta 1912, que es cuando se inaugura la actual iglesia parroquial de Infiesto.

Por el momento, no se ha dado a conocer el autor de los tres retablos. "Lo que es seguro es que tenía muchos conocimientos, pues deja constancia de que dominaba tanto la arquitectura como la escultura y la pintura", apunta el párroco. El central, de mayor tamaño, dispone de un espacio donde se ubica una figura de la Virgen del Carmen. El izquierdo presenta iconografía sobre Santa Catalina de Alejandría, ataviada con una palma y una espada. A la derecha hay espacio para la imagen de San Fermín que un grupo de amigos de la Peña María Luisa sacan en procesión cada 7 de julio por los caminos de Infiesto hasta la calle El Quesu.

La capilla contiene los restos mortales del marqués de Vistalegre, bajados a petición del cura Don Demetrio, según explica el párroco local, que celebra una misa diaria en el templo. "En invierno es a las siete y viene mucha gente porque el acceso es mucho más cómodo para las personas con movilidad reducida", dice. Los interesados en contemplar los retablos pueden hacerlo de viernes a lunes en temporada baja. Las visitas se amplían en vacaciones y festivos.

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