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El Museo del Reloj de Infiesto amplía su muestra con máquinas de la Selva Negra

"Es la mejor colección privada de Europa", destaca el director de la Casa del Tiempo, que recibe la cesión de 370 piezas de Juan Esteban

Suárez explica el funcionamiento de un reloj de cuco de sobremesa procedente de la Selva Negra en el Museo del Reloj. MARIOLA MENÉNDEZ

El Museo del Reloj la Casa del Tiempo de Infiesto estrenará en Semana Santa una nueva colección, que le permite ampliar la exposición a la segunda planta del edificio de la Obra Pía. Pero no se trata de una colección de relojería cualquiera, es una de las mejores colecciones privadas de Europa de la Selva Negra (Alemania) y pertenece a Juan Esteban, catedrático de la Universidad de Zaragoza. Lleva 43 años reuniendo relojes y se trata de una cesión temporal de unas 370 piezas al museo piloñés, que se afianza como referente museístico de la relojería en el país.

"Va a ser la mejor colección privada expuesta en España, no hay ninguna como esta", destaca el director de la Casa del Tiempo, Pedro Suárez. La Selva Negra es una región montañosa en el suroeste de Alemania, que limita con Francia. Y ¿cuáles son los relojes de esta zona? Pedro Suárez lo explica: "Es una relojería construida por campesinos para campesinos y la mayoría están realizados con componentes de madera".

Se dividen en tres épocas, de las que habrá representación en el museo piloñés. La primera va desde finales del siglo XVIII a principios del XIX y la segunda, abarca casi todo el siglo XIX. La tercera etapa se prolonga hasta 1914, pues después de la primera guerra mundial no se fabricaron más. Al principio, las carátulas de la esfera iban pintadas a mano, explica Pedro Suárez, y después eran calcomanías rematadas a mano. En el último período, sus esferas eran más sofisticadas y combinaban diferentes trabajos sobre madera. Pedro Suárez matiza que los relojes de la Selva Negra "no son solo relojes de cuco" y explica que "los de ahora son souvenirs, que funcionan, pero no tienen la calidad de aquellos".

Estas precisas máquinas del tiempo que pronto se podrán contemplar en Infiesto eran popularmente conocidos como "rateras" y costaban entre cinco y seis marcos de la época, mientras que los afamados relojes franceses de Morez costaban entre treinta y cuarenta marcos.

Pedro Suárez explica que estas máquinas del tiempo se compraban o alquilaban y que los mismos relojeros iban por los pueblos reparando, vendiendo o alquilándolos. Pasaban justo después de recoger las cosechas para cobrar. Son algunas de las múltiples anécdotas que relata el director del museo piloñés, un gran apasionado de la relojería y que pone toda su emoción en contar la historia que hay detrás de cada una de las piezas que se exponen.

Los 120 relojes que ahora mismo se exponen en la sala de la planta baja del edificio de la Obra Pía ya convierten a este museo en el referente de la relojería en España. Su ampliación, en esta segunda fase lo consolidarán como referente que ya es. La cesión de Juan Esteban consiste en unos 300 ejemplares de la Selva Negra y otros 70 de otras partes del mundo. Están previstas una tercera y cuarta fase de ampliación. Lo que esta Casa del Tiempo alberga en su interior son verdaderas joyas de la relojería.

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