Conectó durante siglos Arenas de Cabrales con la comarca de Liébana, al otro lado de las montañas, en la vecina Cantabria. Era la ruta comercial minera de los Picos de Europa. Y fue camino de trashumancia histórico de quienes llevaban su ganado a pastar a las más de 25 majadas a las que da acceso. Aún hay debate sobre su origen que algunos lo datan en el Medievo. En todo caso, la conocida como la calzada romana de Caoru se degrada y los ganaderos quieren recuperarla. Por eso ha nacido una iniciativa popular para reclutar voluntarios y ya cuenta con el “total apoyo” del Ayuntamiento de Cabrales. Los primeros pondrán la mano de obra. El segundo, el material y la logística para transportarlo.

“Ya hemos tenido algún contacto con la Consejería de Cultura para comenzar a mover los permisos porque la calzada está incluida en el Inventario de Patrimonio Cultural de Asturias y cuenta con el segundo mayor grado de protección existente”, recuerda el regidor, José Sánchez. Por eso ante todo es primordial “respetar sus valores históricos y culturales y no poner en riesgo su conservación”. De ser así, “en junio un helicóptero podría portear lo que se necesite hasta las zonas indicadas” por los ganaderos, que son quienes, a día de hoy, siguen utilizando este paso hasta el puerto de Tordín y las majadas de Portudera para acudir con su ganado cada primavera y hasta las primeras nieves.

Fueron ellos, los pastores, quienes comenzaron a divagar sobre la necesidad de un arreglo, “sobre todo en dos puntos” que son ya un “auténtico peligro” para los animales. “Después de un derrumbe de la ladera en 2018 hubo una zona que quedó destrozada, se arregló, pero hay un par de pasos en los que si los animales se revuelven caerían al vacío. Cuando se arregló no se reconstruyó el pequeño muro que había y sería interesante recuperarlo. Además, en Llambria para salvar un paso es necesario sujetarse a la pared para librarlo, así que lo que hacemos es meter a los animales por un camino que habilitamos y que está a la derecha de la calzada, pero es muy malo” y no es, además, el paso original.

Se trata de recuperar, y conservar, la historia, la tradición y la utilidad. “Ahora mismo un burro cargado hacia las cabañas, o cualquier animal que necesitara portear a otro, por estar herido o enfermo, no pasa por la calzada porque su estado no es el que debería tener y si seguimos dejándolo en unos pocos años estará en peores condiciones, hasta que quede inutilizada. No lo podemos permitir”, dicen los ganaderos.

Los trámites administrativos que pauta la burocracia han hecho que “pasáramos de colocar una piedra que se despegaba sin decir nada a nadie a no poder hacer nada sin pedir unos permisos que tardan una eternidad en concederse”, critica. A menudo llegan cuando ya es tarde y el daño apenas es reversible. “Pero no podemos abandonar este lugar, la calzada tiene puntos urgentes que arreglar, pero hay muchos más que deben solucionarse con acciones menores y si los permisos nos son concedidos y juntamos la suficiente mano de obra tal vez podamos llevarlos a cabo todos”, indican.

La labor no será sencilla, “pero algunos pastores y porteadores con conocimientos se han apuntado para guiarnos en el manejo y el arreglo de zonas concretas”. Ya se han apuntado jóvenes. Y así no sólo el pueblo de Arenas remozará su calzada romana, también los pastores de más edad pasarán su conocimiento a los más jóvenes.