Riosellana, deliciosa y colectiva. Así es la propuesta ganadora del V Festival de la borona de Ribadesella

La Sociedad Etnográfica logra el primer premio en un concurso que contó con la degustación gratuita de las catorce boronas presentadas

J. Quince

En el siglo XX, la harina de maíz era uno de los alimentos básicos en los hogares asturianos, especialmente en las zonas rurales y en tiempos de escasez. Entonces, la borona o «pan de maíz» acompañaba casi todas las comidas, las más veces sin «compangu». Hoy en día, se rellena casi siempre de ingredientes como el chorizo o el tocino. El secreto para elaborar la «borona preñada» está, principalmente en su cocción. Así se confirmó ayer durante la celebración del V Festival de este manjar en Ribadesella.

Un total de catorce propuestas compitieron en el concurso, celebrado en la Plaza Nueva de la villa. Vecinos de Ribadesella, Parres o Cangas de Onís presentaron todo tipo de boronas, redondas, cuadradas, más grandes o pequeñas, con distintos grados de cocción y variedad de compangu, incluyendo opciones sin gluten para celiacos. El jurado, compuesto por Xandru Martino, Antonio Somoano y Ana Roza, no lo tuvo nada fácil, pues todas las propuestas deleitaron los paladares, según destacaron vecinos y visitantes que disfrutaron de la degustación gratuita.

Tras evaluar criterios como la presentación, la textura de la masa y la calidad del relleno, la distinción a la mejor borona recayó en un nombre colectivo: La Sociedad Etnográfica de Ribadesella, en su primera participación en este certamen. La asociación se alzó con el primer premio, que incluía 250 euros, un diploma y una comida para dos personas en un establecimiento local. El segundo y tercer lugar fueron para el parragués Jesús Pascual y la riosellana Charo Viejo, respectivamente. Ambos recibieron un diploma, una comida para dos, 150 euros para el segundo puesto y 100 para el tercero.

La borona campeona destacó por la calidad de sus ingredientes, en su mayoría de la comarca: «Utilizamos harina de maíz del molín de Corao, una muestra pequeña de harina de pan, sal y agua. Y para el relleno, buenos ingredientes, algunos comprados en el pueblo», explica Miguel Ángel Pérez Aller. «La clave está en el tiempo de cocción que son once horas en el horno, y en el esfuerzo del amasado», añade.

Además del concurso, la Sociedad Etnográfica también deleitó a los asistentes con «farrapes» de harina de maíz, gratos total: «Quisimos recuperar una tradición muy antigua de las aldeas para que la gente la conozca. Cuando había pocos productos para comer, era típico preparar farrapes para cenar, además de que era la papilla que se daba a los niños», cuenta Estela Rosete.

El Festival de la borona se desarrolló en el marco del Mercadillo de Productores y Artesanos locales, cuyos expositores podrán visitarse hasta el domingo 31. El éxito del evento permite aventurar que habrá sexta edición el año que viene.