L. S. NAVEROS

Con 16 plantas y algo menos de 70 metros, las torres de Montenuño, diseñadas por el arquitecto madrileño Salvador Pérez Arroyo, fueron la avanzadilla de la apuesta por la edificación en altura que ahora defiende el Ayuntamiento de Oviedo. Aunque son una excepción en el actual Plan General de Ordenación Urbana -que limita a 8 las alturas y justifica Montenuño por su «singularidad»-, las cuatro torres acristaladas parecen haberse quedado bajitas ante los 140 metros de las torres de Calatrava para el Vasco. Están cerca, sin embargo, de las de Patxi Mangada para San Lázaro, que tendrán 22 pisos.

Salvador Pérez Arroyo ha apostado para la zona del nuevo Hospital por unas torres recubiertas de vidrio sobre una urbanización en distintas alturas, que se abre en una amplia plaza pública «como una proa, un gran mirador», define el arquitecto madrileño, autor también de las torres de la Losa y que ha diseñado la solución para el talud junto al Tartiere, en La Ería.

Las torres de Montenuño estarán, además, unidas de dos en dos por unas galerías acristaladas, que tienen como cometido facilitar la evacuación de los pisos altos en caso de incendio o accidente. Los cuatro edificios albergarán un máximo de 320 viviendas.

Mientras las otras torres aún no han salido del diseño virtual y del papel y requerirán modificaciones en el Plan General de Ordenación, las de Montenuño ya comienzan a alzarse en Teatinos, aunque no se espera que estén finalizadas para su ocupación antes de tres o cuatro años, según estima la empresa Coprosa, que promueve la actuación.

«Estoy estudiando las fachadas, que cambien con la reflexión de la luz. Creo que es una actuación muy interesante», define Pérez Arroyo, que estuvo en la ciudad para controlar cómo van las obras.

El arquitecto asume «con cierta ironía» que, a partir de Montenuño, se haya «abierto la veda» de la torre en Oviedo.