E. CASERO / E. F.-P.

El amor y la dedicación de Fernando Zuazua a Oviedo se extendieron a lo largo de su vida a infinidad de ámbitos, de los deportivos a los culturales. Cada uno de los proyectos que emprendía acababa redundando en favor de la ciudad, ya fuera desde el Centro Asturiano, al frente de la empresa de transporte público o desde sus editoriales Corondel y Zuazua y Gil, en las que publicó numerosas monografías dedicadas a la capital del Principado. «Oviedo es parte de mi corazón», reconocía abiertamente Zuazua. El fallecimiento de este hombre bueno, muy querido y apasionado de la ciudad en la que nació y en la que transcurrió su vida, sorprendió a amigos y allegados ayer al mediodía. Un fallo cardiaco, agravado por otros leves problemas de salud, provocó el fatal desenlace.

La capilla ardiente por Fernando Zuazua permanece abierta desde ayer en el tanatorio de Los Arenales, donde seguirá hasta la celebración de su funeral, a la una y cuarto de la tarde, en la iglesia de San Juan el Real. Desde allí, sus restos mortales serán trasladados al cementerio de El Salvador, donde recibirán cristiana sepultura.

Zuazua nació en Oviedo en 1938 y el pasado domingo había cumplido 70 años. Este último fue un cumpleaños muy especial: sus tres nietas llenaron su casa de globos para alegrarle el día.

Casado con María Aurelia Gil, conocida entre sus amigos como Yayita, y padre de tres hijos, Fernando, Marisa y Pedro, Fernando Zuazua era perito mercantil. Durante seis años fue consejero delegado de la empresa Transportes Urbanos de Asturias (Tua) y cuando dejó el cargo se volcó en su trabajo como editor. En el año 2001 creó los premios «Paxarina» para distinguir a quienes se habían destacado por su «ovetensismo» y su amor por Oviedo.

Gran amigo de sus amigos y amante de las bromas, sus allegados, aún ayer, se referían a él como a «un culo inquieto, incapaz de estar un minuto en el mismo sitio». Su hijo pequeño, Pedro, recordaba cómo a su padre le gustaba disfrazarse todos los Carnavales «de manera que nadie lo reconociera» para poder tomarles el pelo a todos y cómo la gente decía que «era imposible ir con él por la calle porque se paraba a hablar con todo el mundo».

Entusiasta, siempre dispuesto a organizar una reunión o una fiesta, afable y con un excelente humor, era también un trabajador incansable. Dirigió una empresa de artes gráficas, estuvo al frente de Viajes Cafranga y de allí pasó a la presidencia de Tua.

Era un ferviente seguidor del Real Oviedo, una pasión que inculcó a sus hijos y que quería transmitir a sus nietas. Este próximo domingo tenía pensado llevarlas al Carlos Tartiere vestidas con el uniforme del equipo para que se hicieran una fotografía con la plantilla. Fue directivo del Club Patín Cibeles.

Fernando Zuazua tenía la fotografía como otra de sus aficiones y había ejercido el periodismo en varios medios de comunicación regionales. Comenzó escribiendo en «Región», en 1957, y allí coincidió con el abuelo de la actual Princesa de Asturias, el ya fallecido José Luis Ortiz. En 1959 sustituyó a Luis Riera en LA NUEVA ESPAÑA como redactor de deportes. Hacia este último declaró siempre una gran admiración y con él colaboró en el Centro Asturiano, durante el tiempo en que Riera ocupó la presidencia.

En una de las últimas entrevistas que concedió a LA NUEVA ESPAÑA, Fernando Zuazua reconocía que no podía estar mucho tiempo lejos de Oviedo y que si lo hacía llegaba incluso a sentirse mal. De hecho, incluso durante sus vacaciones, que desde hace veinte años disfrutaba en Ribadesella, reservaba un día a la semana para escaparse a Oviedo.

Uno de los proyectos que su inesperado fallecimiento ha dejado en suspenso es la publicación de una autobiografía, en la que llevaba ya tiempo trabajando y de la que tenía más de trescientas páginas escritas.