El manejo de Bartók y Kodály en la composición y la batuta disciplinada de Günter Neuhold hicieron del concierto del sábado en el Auditorio un verdadero examen para la Orquesta «Oviedo Filarmonía» (OFIL). Tras el reto en el foso de la ópera «The Rake's Progress», la OFIL superó el programa que, versado en la música húngara, inauguraba las Jornadas de piano «Luis Iberni» en el Auditorio. Tanto la ópera de Stravinsky como el programa del sábado mostraron los últimos progresos de una formación que, impulsada por la organización que la rodea, está preparada para crecer y dar el salto. Al piano, Óscar Martín fue una verdadera sorpresa para el ciclo de conciertos, un fichaje que se presentó en Oviedo con el segundo concierto para piano de Bartók, página al alcance de pocas manos y que se ha atravesado a alguno de los grandes.

Martín es uno de los pianistas de nueva generación que pueden hacer rendirse al circuito musical. A través de la obra de Bartók se descubrió en Oviedo a un intérprete atrevido, que no tiene problemas en arriesgar, pero con la seguridad que le da una solidez interpretativa basada en el temperamento y un gran estudio técnico para la ejecución. Y se exhibió en una doble faceta. En la obra de Bartók, de líneas virtuosas con carácter percusivo y tensional, y la «delicatessen» de Scarlatti que el pianista ofreció de propina. Martín profundizó en el peso y los ataques en el teclado para ir más allá de una interpretación «clásica» de este concierto que, poder escuchar en directo, ya supone todo un lujo. Dio a la obra un carácter en continua evolución, con limpieza y sentido expresivo sobre una composición de artificios, en la que destacan al oído la combinación de acordes y los recursos de escalas del autor.

En la actuación de la OFIL se descubrieron nuevas posibilidades para esta orquesta. Con el actual titular de la Sinfónica de Bilbao al frente, la OFIL procuró mantener la coherencia y el empaque en el acompañamiento imaginativo y ágil del concierto de Bartók, resultando un gran trabajo en la sección del viento. Hay que tener en cuenta la gran invención orquestal, el interés en la forma, y las influencias del folclore y el impresionismo que subyacen en la concepción del segundo concierto para piano del compositor. Mientras, en el conocido «Divertimento para cuerdas», también de Bartók, destacó el trabajo de la orquesta en los cambios de sección de la partitura y en la sonoridad que consiguió, un punto estilizada, buscando la calidad en el manejo del «tempo» y los motivos melódicos en las diversas combinaciones de la cuerda. La OFIL cerró la velada con las efectivas y brillantes «Danzas de Galánta», en las que el ritmo «verbunkos» y las inflexiones de «tempi» al final de frase jugaron contra la interpretación del conjunto. Fue interesante el desarrollo de momentos como el comienzo de la página, en la que un tema y su respuesta se repartieron por la orquesta, desmenuzándose con carácter improvisatorio, hasta que puso freno el clarinete de Inés Allué.

Un buen comienzo, pues, de la temporada de Jornadas de Piano -aunque el temporal hiciese mella en la afluencia de público-, que continuarán el día 19 de febrero, con el debut de Lars Voght, uno de los pianistas alemanes más interesantes de la actualidad.